PRONTUARIO DE ECONOMIA Y LIBERTAD
Por Alberto Luzárraga
Primero de una serie
Introducción.
Educar al cubano en la verdad es triunfar
sobre el marxismo mendaz y cruel. Llevamos cincuenta largos años de propaganda,
distorsión de la realidad y uso sistemático de la mentira como principio
operativo de la política. Dada esta realidad, cualquier movimiento político que
intente sacar a Cuba de su marasmo tiene que manejar puntos claros y educativos
que expliquen las consecuencias económicas y políticas del estatismo. Deben
presentarse alternativas justas y prácticas. No es fácil, pues el marxismo no es
el único sistema con fallos. El sistema de economía de mercado y empresa privada
también los tiene como cualquier obra humana, pero cuenta con una enorme
ventaja: bien administrado tiende hacia la libertad porque propicia la
independencia económica del individuo mientras que el marxismo hace lo
contrario, propicia la dependencia económica que inevitablemente deriva hacia la
dependencia política. Cualquier sistema puede degenerar y tornarse abusivo si no
se crean contrapesos y controles, y ello incluye el sistema de empresa privada.
Pero el marxismo nace con un vicio incurable. Concentra el poder económico y
político por diseño; mientras que el sistema de empresa privada tiende a lo
opuesto pues al propiciar la acumulación de riqueza individual sienta las bases
para la independencia política.
Nada funciona bien sin esfuerzo y sin
razonar las ventajas y desventajas. Puede existir un sistema de empresa privada
indeseable con la riqueza concentrada en unos pocos que a su vez tienen gran
poder de empleo y de contratación. No es un verdadero sistema de empresa privada
pues en esas condiciones se parece al fascismo ya que el gobernante suele ser
partícipe en los principales negocios bien porque lo exige o porque se lo
‘invita.’ Por otra parte, puede existir una social democracia en la que el
estado sea el principal y abrumador gestor económico. Simplemente toleraría las
pequeñas empresas que a su vez dependerían en gran parte de la capacidad de
compra del estado. Con un estado enorme, dueño de enormes monopolios en los
principales sectores económicos no se logra una verdadera democracia pues un
sector de la sociedad el estado, tiene tanto poder que le resulta fácil
manipular el proceso democrático dando recompensas económicas a sus adeptos o
contrariamente castigos a quien no comulgue con sus ideas. Ambos modelos son
inaceptables pues ninguno genera libertad con prosperidad.
El tejido económico y social es delicado y
complejo. Se basa en dividir el poder, crear contrapesos, permitir la gestión
individual, hacer responsables a los gobernantes de sus actos y exigirle al
ciudadano que cumpla la ley. No hay fórmulas mágicas. Cada cual tiene que
cumplir con lo que le corresponde. Los demagogos simplifican todo prometiendo lo
que no pueden dar porque el éxito no depende de ellos sino de una sociedad bien
organizada y dedicada a trabajar. Los demagogos no crean riqueza, solo reparten
la que hay para encumbrarse y si no hay nada que repartir prometen darlo en un
futuro incierto, cuando exista gracias a sus fórmulas mágicas. El pueblo de Cuba
sobradamente conoce este método.
Hemos sufrido 50 años de divagaciones,
improvisaciones y teorías caprichosas. Es más que hora de cambiar de método pero
requiere que se entienda como funcionan las cosas en el mundo real, y no en el
mundo de la demagogia, la fantasía y la frase hecha. Hablar de libre empresa,
economía de mercado y libertad política sin explicar al menos sucintamente en
que consisten es dejar la puerta abierta al demagogo. Los puntos que siguen
intentan explicar y sentar bases lógicas para una economía que funcione. Son
bases bien establecidas por la experiencia y la vida cotidiana. Son las mejores
pues provienen de la experiencia humana y no de las elucubraciones de un
estudioso de gabinete como Marx que nunca vivió lo que predicó. Sin pretensiones
ni demasiada extensión, se presenta un prontuario de puntos básicos para
informar y reflexionar. Cada punto puede desarrollarse a fondo pero eso es
trabajo del lector si desea profundizar.
Prontuario de reflexión sobre economía.
- No hay libertad sin que cada ciudadano
pueda conservar o disponer libremente del producto de su trabajo.
- Lo único acertado que dijo Marx es su
observación que la estructura económica determina la estructura política.
- El marxismo concentra la propiedad para
imponer el totalitarismo. Lo disfraza de propiedad comunitaria para cebar el
anzuelo. Después de tragado es difícil sacarlo pues muchos se adaptan a
depender del estado. Podrán protestar en un momento dado de que lo proveído no
es adecuado pero en el fondo quieren que se les provea en vez asumir la
responsabilidad de labrarse su propio destino y crear riqueza.
- El individuo que depende totalmente de
otro es un esclavo o un infante. Depender económicamente del estado en forma
total es esclavitud. El estado como único empleador es la modalidad moderna de
la esclavitud.
- Entregar al estado una buena parte de
nuestra responsabilidad económica y social es convertirse de facto en un
infante, que espera todo de su ‘papá’ estado. Es ponerse en camino de la
esclavitud porque se transfiere una cantidad importante de poder sobre la
persona y su vida diaria. El estado ‘niñera’ es el precursor del estado
totalitario porque transfiere una notable cantidad de poder a una estructura
burocrática que tiende a crecer desmesuradamente y a convertirse en dominadora
y autocrática.
- El estado está compuesto de personas con
idénticos defectos a los que aquejan al ser humano. Entregar vida y hacienda
en manos de extraños es absurdo. Nadie lo haría con su casa o sus hijos. El
estado enorme y burocrático es peor que un extraño. Es impersonal e
indiferente. Resulta muy fácil mandar al quejoso a otro departamento y lavarse
las manos.
- Para que exista libertad es preciso
dividir el poder tanto político como económico. Cuando un ciudadano puede
ahorrar y crear su patrimonio adquiere una medida de poder y de autogestión.
Puede tomar decisiones políticas independientes sin tener que obedecer
‘orientaciones’ de su patrón.
- Desde que existe el mundo, lo normal
para el individuo ha sido producir, vender el sobrante y comprar lo que no
produce. La diferencia entre lo que se vende y lo que se compra es la ganancia
que permite ahorrar e invertir en más medios de producción. La ganancia no es
un atraco, ni una explotación, es normal. Cuando el individuo necesita más
personas para producir les propone un sueldo. El que vende su trabajo hace lo
mismo, vende una mercancía, su trabajo, y compra lo que necesita para atender
sus necesidades. Lo que sobra es ahorro.
- Cuando se habla de economía de mercado
se dice simplemente que se produce, se compra y se vende y que los precios se
determinan por la oferta y la demanda de las personas y empresas que concurren
al mercado. Bien pudiera llamársele economía de precios. Si hay mucha
producción de maíz por ejemplo, baja el precio porque excede la necesidad del
momento. Lo contrario pasa cuando hay escasez. Esto implica que hay libertad
para crear empresas, contratar trabajadores, producir, concurrir al mercado,
vender y fijar precios, que hay transporte para trasladar lo producido, que
hay intermediarios que distribuyan eficientemente las mercancías que hay
incentivo para dedicarse a trabajar, porque el que trabaja puede ahorrar y
progresar. El marxismo no quiere que esto suceda porque disminuye su control
sobre la población.
- El marxismo no funciona por eso mismo.
No hay estímulo. Nada tiene dueño, nadie tiene interés en mejorarlo porque en
definitiva es del estado y realmente es propiedad de la clase política que
controla el estado, tiene todos los medios de producción bajo su control y se
reparte lo que hay dándole migajas al pueblo.
- La libertad se basa en la capacidad
individual de ser empresario, trabajador libre o ahorrista. El término
economía de mercado que explicamos enfatiza la función del mercado en fijar
precios. Sería mejor aún llamarle economía de empresa individual, libertad de
trabajo y de ahorro. Porque ello resalta a la persona y enfatiza la capacidad
del individuo de crearse un patrimonio independiente.
- Ese patrimonio no solo es material puede
ser también intelectual e incluye también cualidades personales como la
experiencia acumulada y la reputación profesional del trabajador. En realidad
los conocimientos son el mejor patrimonio del hombre libre y su reputación
profesional su carta de presentación.
- El mercado es un término abstracto que
de por sí no explica que detrás del mercado hay una vasta cantidad de
individuos que lo conforman y lo hacen funcionar haciendo millones de
transacciones diarias. Como el mercado está compuesto de individuos y no de
santos hace falta vigilarlo para que no se cometan abusos. Es ahí donde el
estado tiene una función. Es el árbitro en el juego de pelota social que es el
mercado. Vigila que nadie batee con un bate relleno de corcho.
- El estado también debe vigilar que los
que concurren al mercado organizados en compañías no abusen de su posición o
concentren el poder económico. Para ello existen las leyes antimonopolio y las
leyes laborales. Las leyes antimonopolio existen para evitar que la producción
se concentre en una sola empresa. Esto destruye el mecanismo del precio pues
el productor monopólico puede en teoría fijar el que le parezca. La
concurrencia al mercado se basa en que varios productores compitan entre si y
se esfuercen en producir mercancías de calidad a precios razonables.
Exactamente lo contrario del estado marxista que habla mucho de monopolios
mientras los crea en cantidades industriales.
- El empresario es el motor de la libre
empresa. Tiene imaginación, energía, algún capital, sabe comprar, vender y
administrar. Es un factor de la producción, y más importante que el capital,
porque mucho capital es manos de incompetentes no produce nada o es malgastado
o robado. Ejemplo claro: el estado marxista donde no hay controles naturales
de concurrencia al mercado que a su vez impone la eficiencia.
- En una sociedad pujante el estado
estimula al creación de empresas en vez de entorpecerla porque las empresas
son fuente de trabajo. Su función es la de vigilar que las cosas marchen bien,
que funcionen mejor y de evitar que no funcionen. Ejemplo: Si un empresario
tiene un negocio de taxis la función del estado es asegurarse de que los taxis
estén en buenas condiciones mecánicas y los taxistas sean conductores
experimentados y conocedores de la ciudad. Ello ayuda al funcionamiento del
negocio porque hace que los improvisados y descuidados desaparezcan. Debe
existir libertad de crear empresas sin más requisitos que los que imponen la
prudencia y el sentido común.
- El empresario depende de otros que
produzcan, a los cuales debe remunerar adecuadamente si quiere producción de
calidad y en cantidad adecuada. Son los trabajadores.
- Una sociedad justa debe aspirar a que
todos los que deseen trabajar puedan hallar empleo pero existe una realidad:
No hay crecimiento en la oferta de trabajo sin creación de riqueza.
- El desempleo es reflejo del
estancamiento económico y social de una nación. Una nación se estanca cuando
no educa a su población o cuando no la deja desenvolverse y crear riqueza.
También se estanca cuando envejece y no procrea o aborta a sus hijos.
- El puesto de trabajo no es propiedad del
obrero ni de la empresa. Visto en su realidad, simplemente llena una necesidad
social al responder a un mercado de bienes y servicios que necesita
empleomanía. Las empresas que se desempeñan bien requieren más obreros; las
que no tienen éxito o pasan por períodos de vacas flacas, quiebran o rebajan
su plantilla para adaptarse a la demanda.
- El despido es una realidad del sistema
de empresa, que en una economía de mercado, requiere ajustes constantes. Pero
el trauma ocasionado debe ser mitigado con dos apoyos: el seguro de desempleo
y el despido compensado. Con el primero se provee un apoyo económico mientras
el trabajador se reubica en otro puesto. Con el segundo el empleador paga un
múltiplo del salario mensual proporcionada al tiempo que estuvo en el puesto.
Esto puede ser pactado en el contrato laboral o con mínimos establecidos por
la ley. El seguro de desempleo es un costo laboral que usualmente paga el
empleador. Debe ser administrado por una entidad paraestatal independiente.
- El mejor antídoto al despido o desempleo
es procurar que exista una gran demanda de trabajo. Ello resalta el hecho
obvio de que es mejor trabajar para una empresa exitosa que aferrarse a un
empleo en una que va mal. Un buen profesional, artesano o trabajador siempre
puede conseguir trabajo cuando se desempeña en una sociedad pujante que crece,
progresa y crea empleo. Un error común es repartir el empleo que existe
creando semanas de trabajo de baja duración para así crear más empleos. Es una
estrategia que falla porque solo aumenta los costos y acaba produciendo
resultados negativos: empresas estancadas o fallidas y menos puestos.
- En una sociedad justa debe aspirarse a
que el salario de un obrero común no calificado especialmente sea suficiente
para sostener una familia en forma modesta aunque digna. Idealmente el salario
individual o de un núcleo familiar debe dar la posibilidad de ahorrar y con
dicho ahorro aspirar a sembrar la semilla de una pequeña empresa. Empresa, que
puede crecer y tomar créditos para aumentar su capital de giro. Pagar un
salario de hambre sí es explotación porque no permite al individuo aspirar a
salir de su estado. Mata la movilidad social que es la base de una sociedad
vibrante y justa
- Muchas sociedades establecen salarios
mínimos por ley. Están enfocados solamente al individuo y a la tasa que se
paga por hora trabajada. Tienen sentido si hay un exceso de oferta de trabajo
para así proteger al individuo de salario de miseria. Pero en una sociedad
económicamente pujante el mínimo no funciona así. Suele estar atrasado y nadie
calificado y con experiencia quiere emplearse por esa remuneración. Pasa a ser
un salario de inicio para aprendices, estudiantes que trabajan en sus
vacaciones o personal temporero.
- El salario debe estar relacionado a la
jornada laboral normal de 8 horas. Si se trabajan horas extra se pagan mejor.
Si se trabaja a destajo se paga un precio por unidad que permita ganar una
cantidad razonable en una jornada normal. Las vacaciones retribuidas son
aceptadas universalmente. Son parte de la remuneración.
- En igual forma la asistencia médica
también lo es. Puede haber muchos sistemas. Pagada en su totalidad por el
empleador, pagada por contribuciones mutuas de obrero y empleador, pagada por
el estado que cobra un impuesto al efecto. Puede ser proveída por
profesionales o clínicas que cobren un tanto por afiliado o proveída en
clínicas del estado. La experiencia en otros países sugiere que el monopolio
estatal no da buenos resultados en cuanto a calidad y rapidez en el
tratamiento. Es un asunto que cada sociedad debe resolver por si misma tras
debate. Pero no se debe prohibir que existan diferentes sistemas ni crear
monopolios pues todos los monopolios son ineficientes y burocráticos.
- El costo de atender a la salud es un
costo social, empresarial e individual y cada segmento debe contribuir en
forma razonable. Si se carga sobre el obrero se le reduce inaceptablemente su
salario neto. Si se carga e sobre la empresa se aumentan los costos y se
reduce la competitividad y también el salario pues el empleador calcula lo que
puede pagar después de abonar los costos sociales. Si se deja todo en manos
del estado se le invita a subir los impuestos y a crear una burocracia enorme
que previsiblemente será ineficiente y politizada tarde o temprano porque
sería fuente obvia de puestos públicos debidos a alguna influencia. Lo
correcto es pedir a cada parte que haga lo suyo. Idealmente el asunto debería
resolverse por el trabajador y el empleador donde ambos contribuyesen a un
sistema mutualista como el que existía en Cuba antes de Castro. En dicho caso
el obrero escogería el que le conviniese y estimularía así la competencia en
calidad y servicio. El estado debe tener una función supletoria para aquellos
casos en que el tamaño de las empresas, la economía particular del usuario u
otras causas no permitan hacer lo anterior. Debe también vigilar que los
servicios proveídos se ajusten a patrones profesionalmente adecuados.
- Los trabajadores tienen el derecho de
sindicalizarse para negociar mejor con el empresario, particularmente si este
es miope y egoísta y no entiende que un trabajador contento y bien remunerado
es su mejor inversión. Como dijimos no hay nada perfecto pues el ser humano es
lo que es y por eso existen leyes laborales para proteger al trabajador. La
ley laboral debe proteger al individuo y no entorpecer el desarrollo de la
empresa que es la fuente de trabajo. Una ley demagógica hace con frecuencia
más daño a la creación de empleo que un patrón egoísta. Usualmente los
egoístas fracasan. El líder sindical hace un servicio importante a sus
representados. Si los usa para encumbrarse personalmente es tan egoísta como
el patrón explotador.
- El obrero debe poder organizar su retiro
bien sea en forma independiente o con el apoyo del estado. Los sistemas de
retiro que funcionan mejor son los creados por deducciones del salario y
contribuciones patronales cuyo patrimonio se da a administrar a profesionales
del ramo de inversión. Siempre con los controles legales y operativos de rigor
y con supervisión por el estado y por los beneficiarios. Se bajan así los
costos, se aumenta la eficiencia y no se crean burocracias inmensas y
politizadas que consumen en salarios gran parte de las contribuciones.
- El ahorrista es cualquiera que consuma
menos de lo que produzca. Los jubilados que acumularon un patrimonio de ahorro
durante sus vidas y en su tercera edad viven del producto de ese ahorro son
una clase esencial de la sociedad que debe ser estimulada a que provea
capital. Lo hacen proveyendo fondos a través de sus cuentas de ahorro en el
sistema bancario que sirven para que otros creen empresas.
- Casi todas las empresas que crecen está
necesitadas de fondos para financiar su crecimiento. El capital inicial
aportado usualmente es insuficiente y si la empresa va bien tampoco es
suficiente la utilidad generada porque precisamente el éxito consiste en
vender mucho a buenos precios. Una empresa en crecimiento que gane el 10% neto
sobre sus ventas, después de pagar todos sus gastos de salarios, materiales,
impuestos, servicios públicos etc. lo está haciendo bien, pero obviamente
requiere fondos de otras fuentes para crecer y emplear más obreros, comprar
materiales, instalar maquinarias etc.
- Esto significa que deben existir formas
de obtener fondos. Hay dos clásicas: los mercados de acciones y los bancos.
- Los bancos reciben el ahorro de la
sociedad y lo prestan a aquellos miembros de la sociedad que lo merecen por su
honradez, espíritu de empresa y capacidad de pago. Los bancos deben ser
prudentes en escoger sus acreditados porque el 90% de los fondos que prestan
son de la sociedad en que operan y solo del 8 al 10 % es su capital. Es decir
deben al público depositante 10 veces lo que tienen de capital. Es la única
forma en que puede funcionar el negocio si se pretende que presten a tasas
razonables. Un banco que tenga un costo de fondos de 6% puede prestar al 8% y
ganar un 2% porque tiene ese ‘palancaje’ financiero. Suponiendo que preste el
70% de los fondos obtenidos (no se puede prestar todo, se tiene que mantener
liquidez para pagar los retiros de depósitos) ganaría un 14% sobre su capital
(7 veces 2%) más lo que le rinda su propio capital. Es necesario que los
bancos ganen dinero porque tienen que proveer reservas para las cuentas malas
que siempre se producen. El 1% de experiencia en cuentas malas indica un banco
bien llevado. Los bancos realizan una labor social y por ello todos los países
los sujetan a supervisión y control por una entidad especializada que cuenta
con inspectores que analizan los créditos dados y la solvencia de la entidad.
- Un banco mal administrado y/o deshonesto
tiene usualmente su capital perdido en malos créditos aunque quiera
disfrazarlos de buenos. Es una rémora social porque defrauda por su mala
gestión a los depositantes que confiaron en él o los estafa si usa los fondos
para a sabiendas dar créditos incobrables y repartirse el botín. En cuanto a
riesgos, lo mismo puede decirse de los malos bancos estatales que de los
privados. La experiencia de los estatales es aún peor que la de los privados
porque la política protege a la mala gestión y las pérdidas se reparten a toda
la ciudadanía que paga impuestos, porque cuando quiebra un banco estatal el
estado se ve forzado a pagarle a los depositantes con cargo al presupuesto. Y
lo mismo ocurre con los privados pues en definitiva el estado falló en su
labor de vigilancia y también se le reclama por su mala gestión como poder
regulador.
- No se puede entregar una licencia
bancaria a cualquiera. Debe existir competencia profesional y amplio respaldo
económico. Gran parte de los fracasos que ocurrieron en países que han
transicionado del centralismo marxista a la libre empresa se deben a permitir
que elementos criminales o deshonestos se apoderen de los bancos. Y peor aún a
veces existía un sistema de seguro de depósitos hasta cierta cantidad, lo cual
creaba la ilusión de que todos los bancos eran iguales porque el estado pagaba
en caso de quiebra. Es el sistema ideal para un delincuente financiero. En el
marxismo los bancos no dan créditos, reparten las asignaciones
presupuestarias. Luego no hay experiencia profesional y simplemente cambiar de
nombre y de dueño no resuelve nada sino no hay solvencia, honestidad y
competencia profesional. Un delincuente al frente de un banco tiene en efecto
una licencia para robarse 10 pesos por cada uno que ponga de capital y pasarle
la cuenta al estado.
- La otra forma clásica de levantar fondos
es acudir a los mercados de capitales. Se puede obtener capital en dos formas
principales: como préstamo o como compra de acciones de una empresa. Los
bancos como se explicó son fuentes de préstamos pero también las empresas
pueden emitir valores que representen deuda (bonos, pagarés) que el público
puede comprar para recibir un interés por su ahorro, usualmente mayor de lo
que pagaría un banco. En el caso de acciones se compra una parte alícuota del
capital de una empresa. Los accionistas invierten su capital en los negocios
de la empresa y corren los mismos riesgos comerciales. Lo hacen porque les
gusta el negocio y porque les va a rendir más que invertir en cuentas de
ahorro o en bonos. Se benefician del rendimiento de negocio que es mayor que
el interés que pagaría un bono emitido por esa misma empresa. El interés
pagado seria un costo incluido en el precio en que venden su producto y
obviamente tiene que ser menor.
- Es práctica común remunerar a los
trabajadores con suplementos a su sueldo por buen desempeño particular o
suplementos generales atados a las ganancias del año. Una forma útil de
estimular a un plazo más largo es con acciones de la empresa, permitiendo
comprarlas en condiciones favorables. Se logra mediante opciones de compra
ejercitables durante un período largo de tiempo aunque el precio haya sido
fijado al valor de mercado en el momento en que se concedió la opción.
Vincular al trabajador al éxito económico de la empresa es lo que se consigue.
Si la empresa va bien, las acciones suben y la opción puede ser ejercitada y
la acción vendida en ese momento con una ganancia. Hay muchas formas de
estimular el ‘capitalismo popular’ y esa es una de ellas. Una sociedad pujante
estimularía ese capitalismo en que muchos trabajadores sean también
accionistas porque es una forma eficiente de ahorrar y a largo plazo más
remunerativa que el simple interés. Aunque implica mayor riesgo ese riesgo se
remunera mejor. Dividiendo prudentemente su ahorro, el trabajador tendría
disponibles todas las vías para aumentar su patrimonio y labrarse una
independencia económica.
- Los mercados de capitales no pueden
operar por la libre. Para emitir acciones o bonos hay que cumplir una serie de
requisitos. El principal es información financiera confiable. La contabilidad
de cada empresa que vende acciones al público debe ser certificada por
profesionales independientes. Son los contadores públicos que cobran por ese
servicio y son responsables con su patrimonio si fallan y certifican como
buenas cuentas que no son correctas. Los valores emitidos sean bonos o
acciones deben ser también examinados por abogados que den su opinión sobre
haberse cumplido todos los requisitos legales. Es decir que los pagarés, bonos
o acciones que se emitan se ajusten a la legislación vigente. También
responden con su patrimonio de lo que digan, si yerran
- El estado supervisa los mercados de
valores usualmente a través de una comisión de valores independiente que
vigila que los mercados no se manipulen para inflar o bajar los precios en
perjuicio de los inversionistas. Y además que la información dada por las
empresas llegue oportunamente a todos los inversionistas de modo que ninguno
tenga una ventaja para comprar o vender.
- Todo lo anterior no funciona si el
estado no se ajusta a un presupuesto acorde con lo que recaude. Si gasta mucho
más de lo que recauda y cubre el déficit imprimiendo dinero crea inflación. El
papel dinero no es sino un medio de pago para facilitar las transacciones
entre individuos. Su cantidad debe responder a la cantidad de producción que
exista para comprar o vender. Si se crea más dinero del necesario el dinero
vale menos y compra menos mercancías. En eso consiste la inflación. Cuba la
tiene bajo Castro y los precios de los mercados libres la reflejan. El
gobierno que siga a Castro tiene que evitar la inflación como si fuese una
plaga porque de hecho constituye un impuesto terrible sobre el pueblo
trabajador cuyos sueldos siempre estarían atrasados respecto a la subida de
los precios. La inflación lleva a la desesperación y destruye los gobiernos
democráticos que no usan el terror ni libretas de racionamiento estilo Castro.
Resulta claro que el sistema requiere:
libertad de emprender negocios, independencia para comprar, vender y organizar
compañías, capacidad profesional para asesorar o certificar la veracidad de lo
presentado a los mercados, honestidad en la gestión, supervisión estatal para
verificar que se opera bajo la ley y se cumplen las reglas estipuladas por la
ley y no por el capricho de una persona. La ley comercial bien hecha, se dicta
para promover el buen funcionamiento y no para perseguir o acosar.
El sistema se basa en crear equilibrios y
controles recíprocos. Nadie debe tener todo el poder ni toda la iniciativa. Todo
el poder lleva inevitablemente al abuso. Toda la iniciativa económica
concentrada en un solo organismo o persona, conduce a la ineficiencia y al error
garrafal. ¿Por qué? Muy simple, nadie lo sabe todo y si se equivoca se equivoca
en grande pues compromete una enorme cantidad de capital social (no es el suyo)
a su empresa descabellada. Cuba por 50 años ha sufrido los efectos de este tipo
de organización irresponsable y profundamente egoísta.
El sistema de libre empresa requiere un
estado de derecho donde las cosas se hagan respetando los procesos y reglas
establecidas democráticamente, reglas que se examinan y discuten a fondo por una
legislatura debidamente electa , reglas que den participación a la sociedad
civil y a la capacidad profesional y creativa presente en ella a través del
ciudadano. Reglas amparadas por tribunales independientes.
Una verdadera preocupación por el pueblo
equivale a querer verlo progresar, económica, cultural y moralmente. Un pueblo
en la miseria se ve impedido de progresar en su cultura porque la sociedad civil
de descompone. Tampoco progresa moralmente porque la miseria y la angustia de
subsistir generan conductas antisociales. Luego, la toma de decisiones que hagan
progresar a la sociedad y la lleven a un bienestar con algún desahogo es una
enorme responsabilidad porque el ser humano no sólo debe tener sus necesidades
perentorias cubiertas. Además debe tener esperanza en mejorarlas y esperanzas
fundadas en la experiencia de lo que ve ocurrir a su alrededor. Un pueblo sin
esperanzas, no produce, no procrea, no crece como sociedad.
Pretender que un grupo de individuos,
funcionarios de una autocracia, sin haber recibido un mandato popular en
elecciones disputadas, sin controles institucionales y sin tener una ejecutoria
profesional demostrada (la adulonería al líder es el principal requisito exigido
en el caudillismo) sea capaz de tomar eficientemente las decisiones de los
millones de personas que conforman una sociedad y un mercado es una vulgar
estafa, absurda e insultante a la dignidad de la persona. Como absurda, no
funciona.
El hábitat de la economía de libre empresa
y mercado libre, es el estado de derecho y como se llega a la división del
poder, y ese será nuestro próximo prontuario.