CUBA EL PRESO POLÍTICO Y EL PASTOR-CARCELERO
por Armando F. Valladares. Miami (FL), 03 de febrero de 2011.
El jueves 20 de enero pp., en la prisión de seguridad de
Canaleta, provincia de Ciego de Ávila, se vivió un acontecimiento inédito.
El preso político Pedro Arguelles Morán, un periodista independiente
condenado a 20 años de cárcel, fue llevado al escritorio del jefe de la
prisión, donde éste lo aguardaba junto con el "reeducador" ideológico y un
psicólogo.
Los tres intentaron convencer a Arguelles para que se fuera de Cuba cuanto
antes y que, para ello, las puertas de la cárcel estaban abiertas de par
en par. El preso político, con la voz, con el rostro y con el físico
debilitado por siete años de cárcel, pero con una voluntad de hierro,
respondió que por el hecho de ser inocente y de haber sido injustamente
condenado, sin lugar a dudas tenía el derecho de salir de la cárcel; pero
que también, por ser cubano, tenía el derecho de quedarse en su propia
Patria para luchar pacíficamente por la libertad.
Los carceleros, inquietos, entraban y salían del despacho del jefe de la
prisión, y hacían llamadas telefónicas. De repente, uno de ellos entró y
dijo que el cardenal Jaime Lucas Ortega y Alamino, arzobispo de La Habana,
quería hablar con él por teléfono. La respuesta del preso político fue
breve y clara: "Díganle al cardenal que si no me llama para decirme que me
voy libre para mi casa, que no lo haga".
¿Cómo se entiende ese repentino y paradójico interés de los propios
carceleros, encargados hasta ahora de mantener las prisones abarrotadas de
presos políticos, de vaciarlas lo más rápido posible, con la única
condicón de que se vayan de Cuba?
El deterioro social de Cuba ha llegado a tal punto, que el régimen teme
que pueda producirse una explosión de la población en las calles, una
especie de "cairización" de La Habana y otras ciudades de Cuba.
Invariable y solícito colaborador del régimen, el cardenal Ortega ofreció
sus servicios al dictador Raúl Castro, para articular con el gobierno
socialista español la salida al destierro de los presos políticos
considerados más emblemáticos y "peligrosos" para el régimen, abriendo de
esa manera algunas válvulas de la olla de presión social.
Fue así que un grupo de presos políticos partió hacia España. Importantes
agencias de noticias atribuyeron el "milagro" al cardenal de La Habana.
Pero los presos políticos, llegando a España, mostraron que todo no pasaba
de un esfuerzo de la dictadura para desarticular y descabezar la oposición
cubana.
Y fue sin duda un bochorno para el cardenal. Su papel en esta maniobra,
colaborando de esa manera con los carceleros castristas, lo transforma a
él mismo en un Pastor-carcelero, y así podrá pasar a la Historia.
A comienzos de 1995, se entregó en la Secretaría de Estado del Vaticano
una súplica de personalidades representativas del destierro cubano,
titulada: "Los cubanos desterrados apelan a Juan Pablo II - Santidad,
¡protegednos de la actuación del Cardenal Ortega!
Esa dramática carta fue publicada el 24 de octubre de 1995, fiesta de San
Antonio María Claret, antiguo arzobispo de Santiago de Cuba, en el Diario
Las Américas, de Miami. Y no podía tener más actualidad: ella describe la
paradójica situación de un Pastor-carcelero que, al contrario de dar la
vida por sus ovejas, hace todo lo posible para ayudar a los Lobos y
asfixiar al rebaño.
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Armando Valladares, escritor, pintor y poeta. Pasó 22
años en las cárceles políticas de Cuba. Es autor del best-seller "Contra
toda esperanza", donde narra el horror de las prisiones castristas. Fue
embajador de los Estados Unidos ante la Comisión de Derechos Humanos de la
ONU bajo las administraciones Reagan y Bush. Recibio la Medalla
Presidencial del Ciudadano y el Superior Award del Departamento de Estado.