El nombre de un humilde albañil cubano de la raza negra, un
“hijo de la revolución” se ha inmortalizado en la historia
de una sufrida isla donde have más de medio siglo las madres
lloran a sus hijos valientes. Ya a su tumba están
peregrinando muchos cubanos.
Pero la dignidad se impone en las cárceles de Cuba una vez
más a través de numerosos presos de conciencia que se han
declarado en huelga de hambre y en ayuno, solo horas
después del entierro de Orlando Zapata Tamayo. Los
derechos inalienables continuarán siendo exigidos también
en las calles de Cuba por el movimiento cívico de derechos
humanos y por el exilio cubano dondequiera que éste se
encuentre. Es inevitable que la tragedia nacional que ha
llenado de luto a Cuba pronto llegue a su fin.
*Laida A. Carro - activista por los derechos humanos en
Cuba.