LA CRISIS MUNDIAL
DA EL PUNTILLAZO
A LAS "REFORMAS" ECONÓMICAS
DEL RÉGIMEN
DE LOS GENERALES-EMPRESARIO
Humberto Montero
Madrid
La
Razón
España
I
-En la mayor de las Antillas, la vida está esposada a una cartilla de
racionamiento. Si hoy se despertara allí, como un ciudadano más y no como un
despistado turista, dispondría del siguiente kit de supervivencia: una
pastilla de jabón y otra para lavar la ropa cada dos meses (ninguna limpia lo
que se espera), un puñado de arroz para todo el mes, un vaso de aceite de soja
del tamaño de una caña, medio kilo de pollo (la mayoría hueso), y 100 gramos
de café que nunca podrá tomar con leche porque el «oro blanco», en polvo, se
reserva a los menores de 7 años. Además, unos 300 gramos de frijoles al mes y
un paquete de carne, presuntamente de res, mezclada con soja en tal proporción
que casi nadie se atreve a comerla, otros 300 gramos de pescado que habrá de
cambiar por otros 200 gramos de pollo ya que, pese a estar rodeado de uno de
los mares más ricos del mundo, misteriosamente los peces esquivan los
mercados. Para completar la dieta, se le darán 300 gramos de guisantes, la
mitad de lo que se ofrecía meses atrás, como consecuencia de un nuevo
racionamiento. Cualquier «capricho» extra deberá pagarlo con los 20 dólares al
mes de que dispone. Y rece para que no llegue otro huracán q ue adelgace aún
más su cartilla. Esto es Cuba y todo puede empeorar. Sin ir más lejos, los
11,2 millones de cubanos participantes en este «reality» de pesadilla viven
con el temor a que sus «tesoros» se pudran durante uno de los apagones que
dejan sin corriente sus neveras.
Hace casi un año, tras abrir las puertas a tímidas reformas, Raúl Castro
advirtió a sus compatriotas de que venían tiempos difíciles y les pidió que no
se «acostumbraran» a recibir sólo buenas noticias. Ya que la ironía no es uno
de los fuertes de los Castro, los cubanos se apretaron el cinturón hasta casi
no poder ni respirar ante lo que se les venía encima. Los sueños de reforma se
quebraron ese mismo día, por culpa de un sistema que ha degenerado hasta el
extremo de que el 80% de los alimentos tengan que ser importados, la mayoría
de EE UU, con un coste de 1.600 millones de dólares al año, mientras el 55% de
las tierras están en un eterno barbecho.
«Este sistema no da para más. Las medidas de ahorro no servirán de nada porque
el daño es estructural. Cuba vive del crédito que ya lograba con dificultad,
porque no lo devolvía, y ahora es aún más difícil obtenerlo. La situación no
deja de empeorar y eso se nota porque cada vez entran menos barcos con las
importaciones. De hecho, casi no llegan ya», explica a LA RAZÓN Óscar Espinosa
Chepe, economista y un o de los 75 opositores apresados en la Primavera Negra
de 2003. Excarcelado por motivos de salud, Espinosa no cree las previsiones de
crecimiento para 2009, rebajadas del 6% al 2,5%. Tampoco la «blogera» Yoani
Sánchez, que pronostica «un verano incierto y una estampida migratoria».
Con las tierras arrasadas por herbicidas soviéticos o cubiertas por el marabú
(una zarza casi imposible de erradicar que ha tomado el 20% del suelo fértil),
pocos aceptan trabajar el campo porque hay que plantar lo que digan los Castro
y venderlo al precio que ellos quieran.
«Hay mucho malestar por las restricciones del consumo eléctrico, los recortes
en la cartilla de racionamiento y los bajos salarios. Han desaparecido
productos como la pasta de dientes y todo hay que comprarlo en el mercado,
pero con 20 dólares al mes no da para nada», explica Miriam Leiva, fundadora
de las Damas de Blanco y esposa de Espinosa. Si, como en 2008, los huracanes
se sumasen a la crisis, ni el «Ahorro o muerte» (sustituto del Patria o
Muerte) salvará a los Castro.
<