INTRODUCCION Y SUMARIO
Intentar hacer cambios a una constitución es tarea que requiere meditar muy
bien lo que se escribe porque lo dicho en una ley fundamental tiene
consecuencias a menudo no previstas. Una constitución no es un documento
cualquiera. Debe escribirse para que perdure. Constitución que requiere
cambios frecuentes es constitución en crisis.
Constitución dictada para el beneficio de un grupo no merece el nombre, es un
simple reglamento de prisión.
Por ello nos acercamos a esta tarea con gran respeto a nuestro pueblo y a
nuestra tradición constitucional.
Hemos escogido la constitución del 40 como modelo y objeto de cambio porque
está aun viva en la mente de nuestro pueblo y porque fue votada por una
constituyente libremente electa. También lo fue la de 1901, que contiene mucho
recomendable, como producto que fue de los fundadores de nuestra nación,
hombres tan cultos como patriotas, que diseñaron una constitución que protegía
los derechos del pueblo sin crear un gobierno absorbente.
La constitución del 40 fue producto de un compromiso entre gentes que pensaban
de forma muy diversa, desde católicos convencidos a marxistas doctrinarios. Y
se dictó en momentos de gran crisis mundial. A escasas décadas de la
revolución comunista, con el fascismo como modelo competitivo ya en marcha, y
el militarismo japonés en acción. También se dictó en un momento en que el
mundo comenzaba a recuperarse de la crisis económica de los años 30.
Los constituyentes reflejaban las tendencias y problemas de la época, tanto
económicos como políticos, y el articulado acordado así lo muestra. Hay mucho
de bueno, muchos artículos heredados de la constitución de 1901 y también
algunos conceptos que hoy en día resultan obsoletos o inaplicables porque
fueron escritos para el momento y no para un futuro perdurable.
Encima, llevamos medio siglo de tiranía y de ausencia de actividad cívica
normal, con el agravante de una economía en crisis estructural, producto de un
sistema fallido que no ha utilizado el talento del cubano y nos ha sumido en
un atraso pavoroso en el concierto mundial.
Ni creamos empleo para el cubano, ni exportamos nada notable, ni gozamos de
una moneda seria, ni crecemos demográficamente. Por el contrario, como nación,
emigramos y envejecemos.
Hay esperanzas, no obstante, si creamos esperanza. Y para ello nuestra carta
fundamental debe ir claramente a un objetivo: Crear un estado justo y moral
que promueva la libertad política y económica. Un estado que desate el talento
creativo del cubano, y albergue a un gobierno que sirva al pueblo y a la
sociedad, y no uno que se sirva de ambos.
Es con esas bases que proponemos cambios e ideas. Dejamos casi intacto lo
mejor, el título IV que detalla las protecciones al ciudadano y establece las
garantías constitucionales. Introducimos cambios en lo esencial: Control a la
calidad de la gestión estatal, a los presupuestos y a su ejecución, al gasto
público, a la transparencia del gobierno, y a su tamaño que no debe sobrepasar
un % del producto.
Asimismo potenciamos al Tribunal de Cuentas creando un departamento
independiente, la Auditoria de Gestión Administrativa, que debe evaluar
anualmente la efectividad del gobierno y sus dependencias y publicar sus
informes en los medios de comunicación social.
Se potencian las facultades del congreso para interrogar a los ministros y se
suprime el sistema semi-parlamentario y el planteo de cuestiones de confianza
solo a parte del gobierno porque el sistema nunca funcionó y porque se trata
de ser eficientes y no politiqueros y dicho sistema se presta a ello. Se
aumentan las edades para aspirar a cargos públicos y se exige la publicación
de los c.v. de los candidatos. Se refuerza el recurso de inconstitucionalidad
creando el amparo constitucional.
Se mantiene y agiliza el régimen municipal y provincial y se crea una comisión
independiente de servicios públicos para que vigile, evalúe la calidad de los
prestados y la transparencia de los contratos otorgados que serán siempre por
subasta pública.
Se crea una jurisdicción familiar y otra laboral pues la situación de la
familia y el trabajo lo requieren. Se protege a la familia y se incentiva a la
numerosa. Se enfrenta, entre las garantías constitucionales, el problema del
respeto a la vida cuya falta origina nuestro pavoroso problema de
envejecimiento demográfico, un obstáculo real al progreso y permanencia de la
nación como tal, pues Cuba no es ya solo país de emigrantes, es país que
avanza vertiginosamente hacia una pirámide poblacional invertida. En
consecuencia se acepta la doble ciudadanía para abrir espacios a los cubanos
nacidos fuera del país.
Se da al obrero propiedad de los recursos que se aporten para su jubilación,
dándole opción para que escoja entidades públicas o privadas para su manejo,
las cuales deberán abrir una cuenta segregada y transferible por cada
trabajador. Y se prohíbe el uso indiscriminado del ejecutivo de esos fondos
para financiarse.
No hay democracia, ahorro y libertad ciudadana sin una moneda firme y
confiable y a ese efecto se establece que el Banco Nacional de Cuba existirá
como entidad independiente para garantizar la integridad de la moneda y el
sistema bancario y no para financiar al poder ejecutivo, lo cual se prohíbe.
Todo lo cual con ser mucho y variado, lo hacemos con humildad porque bien
sabemos que muchos más cubanos deberán pensar, debatir y opinar sobre estas
cuestiones.
Es lo único que les pediría a mis compatriotas. Pensemos a fondo en la
gravedad del problema y en la dificultad de su solución. Hay que escoger
caminos seguros que produzcan resultados. Cuba no puede malgastar más
generaciones en pos de utopías o caprichos personales. La base de la nueva
república debe ser sólida y reflejo de un pueblo que tiene voluntad de
regeneración y progreso.