El Vaticano y el nuevo Embajador cubano
Por el Padre Jorge Queija
Diario Las
Americas
Publicado el 02-02-2010
Recientemente recibí un correo electrónico y cuál no sería mi sorpresa al
darme cuenta que se trataba del discurso del Papa Benedicto XVI dirigido al
nuevo Embajador cubano ante el Vaticano.
Empecé a reflexionar y
a cuestionarme. ¿Qué será lo más aconsejable para mí? Se trata del Papa, y
como sacerdote me siento incómodo al tener que expresar una crítica a mi
Iglesia y a la figura más importante de la misma, pero callarme no me parece
justo ni honesto. Es tan grande la frustración y la impotencia del pueblo
cubano que después de 51 años de esta larga tiranía, nos parece inútil
cualquier esfuerzo por defender los derechos humanos básicos vinculados
constantemente en Cuba.
Si nuestro Papa
tuviese la reputación de ser un liberal, como sacerdotes, obispos y
cardenales, podría entender mejor su postura: aunque no la justificaría, pues
ya seamos liberales o conservadores, si somos sacerdotes dignos, honestos,
sinceros y verdaderos testigos de Cristo, ¿cómo podemos ignorar tanta
ignominia? ¿Cómo callar ante tanta injusticia? ¿Cómo podemos hacernos
cómplices de un régimen tan nefasto y tiránico?
¿No sería mejor un
silencio locuaz, como ocurrió en varios países de Europa que formaban parte
de la Unión Soviética y que al referirnos a ellos usábamos el término de la
Iglesia del Silencio?
Recientemente al anunciarse en
Roma la posible beatificación del Papa Pío XII, pudimos ver como enseguida se
levantaron las voces de judíos, que consideran que la posición del Papa no
fue la adecuada frente a los crímenes cometidos por el nazismo; sin embargo
no existe ningún documento en donde se pueda encontrar una defensa del Papa
Pío XII al régimen nazi.
¿Qué justificación
tendrán el Cardenal Jaime Ortega, el Embajador del Vaticano en La Habana, la
Secretaría del Estado Vaticano, los Cardenales presentes y finalmente
Benedicto XVI ante la historia, cuando se pueda publicar y leer los elogios
injustificados a un régimen que no se ha cansado de negar los derechos más
fundamentales del ser humano, que le niega su derecho a ser libres,
responsables de miles de muertes, un estado donde se practica el aborto con
cifras que lo pone a la cabeza del Continente? ¿Cómo es posible que el mismo
Papa que fue tan crítico como su predecesor contra el ex presidente George W.
Bush, sea capaz de elogiar por “sus logros sociales a un régimen como el de
los hermanos Castro? ¿Piensan que la historia no les pasará la cuenta?
¿No son capaces de
pensar en el daño que hacen a miles y miles de católicos cubanos que no
pueden entender esta nefasta política vaticana? ¿Cómo podrán justificar sus
posiciones entre el presente y el futuro de Cuba? ¿Cómo es posible que
ignoren el sufrimiento de tantos presos cubanos e incluso jóvenes católicos
que murieron luchando por la Iglesia o sufrieron prisiones desde el comienzo
de la tiranía? Al final del prólogo de su libro “Jesús de Nazareth” El Papa
Benedicto indica en una forma clara y diáfana, que su obra no es un
ejercicio de su magisterio, por ende, todos somos libres de expresar
nuestras ideas, aunque ellas difieran del Papa. Si esto se aplica al campo de
la Teología, cuánto más si se trata de una interpretación económica, social y
política, como la expresada por el Papa Benedicto en el discurso ante el
Embajador cubano.
En los últimos años, dado los
escándalos que se han producido, el Papa y los Obispos del mundo han cerrado
filas estableciendo una posición común frente a los escándalos para salvar la
imagen de la Iglesia y el otro tema es la posición firme de la Iglesia frente
al aborto. ¿Es que acaso no resulta un escándalo también que la Iglesia
renuncie a su misión profética cuando le conviene a su política de acuerdo a
sus “sabios”? ¿No es aún más grave que trate de beatificar a un régimen tan
oprobioso? No puedo entender los parámetros éticos y morales que usan y
aplican el Embajador del Vaticano en La Habana, Jaime Ortega y el resto del
Episcopado que han sido y son testigos de los enormes abusos que se cometen
en Cuba contra los derechos humanos.
¿Se trata de una
política impuesta bajo obediencia desde el Vaticano y que los obispos cubanos
humildemente acatan?
Como sacerdote, como cubano,
como ser humano no puedo entender la falta de sensibilidad frente al drama
que sufre nuestro pueblo.
Creo que no estamos
frente a un tópico filosófico-teológico de mucha complejidad, como sería el
análisis del pensamiento Kantiano.
No, señores, estamos
frente a algo muy simple y serio. No sólo en Cuba, sino también en otros
puntos y lugares del planeta vemos que los derechos humanos se siguen
violando y callar frente a ello es un delito que contradice el papel
profético que corresponde a la Iglesia. ¿Con quién estamos? Creo que todos
los mártires de nuestra Iglesia nos han dejado un valioso testimonio y
ninguno de ellos: Papas, Obispos, Sacerdotes, Religiosos y Laicos, ninguno de
ellos dudó ante las presiones y amenazas de sus torturadores. Más tarde o
temprano los cambios habrán de llegar y nos van a pasar la cuenta con todo
derecho. La crisis de Honduras en los últimos meses nos ha dejado una buena
lección. Tanto el gobierno de Micheletti, como el de la Iglesia en Honduras
no se dejaron intimidar. El Vaticano envió algunos obispos norteamericanos
durante la crisis para intentar influir en sus posiciones, pero la Iglesia
hondureña mostró dignidad al igual que su pueblo. ¿Acaso la Iglesia quiere
promover figuras como los hermanos Castro, Chávez, Zelaya, Ortega, Lugo,
Morales etc.? ¿Son estos sus modelos?