El Cardenal Bertoni
Por José Ignacio Rivero
Domingo 23 de marzo de 2008
El pasado domingo comenzó la Semana Santa culminando hoy en la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo pasando por su martirio y muerte. En esta semana afluyeron las fuerzas divinas y las humanas. Se ratificó a los hombres su albedrío y se le dio a los que añoraban el Paraíso una nueva señal de Alianza entre el hombre y el Creador. Hoy termina la Semana Santa. Sagrada conmemoración de todos los pueblos cristianos de la tierra y por consiguiente del pueblo cubano que fue siempre profundamente cristiano.
Para nuestra Patria esta semana y las demás semanas del año han sido igual desde que el comunismo se apoderó del poder y todo parece indicar que la tragedia continuará por mucho más tiempo. Una nación tan “zapateada” ideológica y físicamente como la nuestra, no se endereza fácilmente después de su liberación con la rapidez que quisiéramos aunque el mundo entero se volcara materialmente sobre la misma. Cuba sufre. Sufren los cubanos que han permanecido en el país y sufren los que han sido arrojados de la patria por la tiranía exponiendo sus vidas en el mar sobre balsas y frágiles embarcaciones.
La relación de quebrantos y pesares que han caído sobre Cuba es impresionante. La obra del comunismo ha sido tan destructora, que sin exageración puede decirse que nadie se ha podido librar, en uno u otro grado, de su triste acometida. ¿Recuerda el lector la Ley Once de la revolución?. ¿Recuerda la eliminación de los colegios católicos?. ¿Recuerda la violenta salida de Cuba del clero católico?. ¿Recuerda los ataques a la educación cristiana, los insultos a los prelados, la difamación del clero y el fusilamiento de jóvenes católicos que gritaban antes de morir, ¡Viva Cristo Rey!?. ¿No es todo eso, y mucho más que no cabe en este artículo, signo inequívoco del drama religioso de la patria? ¿Y no sólo del drama religioso sino igualmente de la tragedia de la libertad, de la justicia, de la democracia y de los derechos humanos aplastados por el marxismo-leninismo?.
El cardenal Tarsicio Bertoni, secretario de Estado del Vaticano fue a Cuba con la mente puesta en la coexistencia con el régimen castrista pensando que este le abriría todas las puertas, o la mayor cantidad de puertas, a la Iglesia de Nuestro Señor Jesucristo. Inútil pretensión esta de unificar y coexistir entre polos, más que irreconciliables, imposibles. No pueden coexistir el bien y el mal. ni se puede unir lo falso con lo verdadero. El bien no puede aceptar malas compañías. “Dime con quien andas y te diré quien eres” y lo que eres. Además la verdad no es más que una, aunque existan también sus sombras, sus apariencias… Una cosa es, por ejemplo, que el Papa como pastor de todos los seres humanos, buenos y malos, estrechara una vez la mano de Yasser Arafat buscando una solución pacífica en el Medio Oriente, como también lo hizo con Castro en Cuba y en el Vaticano, y otra cosa es que el Papa se abrazara a la causa terrorista de la O.L.P. y a la causa diabólica del castro-comunismo. Quizás el Papa le haya dicho a ambos después del apretón de manos en aquellas ocasiones las mismas palabras que Cristo le dijo a la mujer adúltera: “Vete y no peques más”…
Sin duda que el cardenal Bertoni se pasó de rosca como decimos cuando alguien se pasa de lo debido. Si fue a Cuba comunista para abrir más puertas a la causa de Jesucristo y para salvar algunas vidas, aunque contadas con los dedos de una sola mano, no debió hacerle tantas carantoñas a la tiranía imperante en el país. Eso es ni más ni menos que ponerle una vela a Dios y otra al diablo…Bertoni pecó como pecó San Pedro negando al Redentor más de una vez antes de que cantara el gallo tres veces; como Santo Tomás pecó dudando sobre la Resurrección de Cristo; como Judas pecó traicionándolo en el Monte de los Olivos. Pero a Pedro y a Juan los perdonó Jesucristo porque se arrepintieron después de sus dudas y negaciones. Y a Judas lo hubiese perdonado también si este no hubiese optado por la horca. La Iglesia no es solo el sacerdote, el obispo y el cardenal. La Iglesia es un conjunto enorme de seres humanos falibles que trabajan para Dios en este mundo y que no se equivocan siguiendo al pie de la letra el dictado del Papa pero cuando este habla ex cátedra. Es decir, inspirado por el Espíritu Santo.
El obispo José Conrado Rodríguez dice que “excluir es quitar la existencia, el derecho y la razón al otro: por enemigo, traidor, equivocado o hereje. Llega el tiempo en que tenemos que ponernos en camino para superar todas las exclusiones. Tenemos que comenzar ese nuevo capítulo de esta historia centenaria que tenga como propósito la inclusión…” Pero nosotros le preguntamos al muy digno obispo Rodríguez: ¿Dónde está la justicia cristiana, el derecho y la razón del enemigo comunista que destruyó la nación; que a los ricos les quitó todo y a los pobres no les dio nada; que dejó a la isla sin una “gota” de libertad; que asesinó a mansalva a los que querían ponerse en camino para superar todas las exclusiones? ¿No son ellos, los que martirizan a Cuba, los que deben comenzar por destruir la tiranía y dejar que la libertad y la democracia comiencen a reinar en nuestro suelo? ¿No son ellos los que deben arrepentirse de todo el mal que le han hecho a la Patria?