CUBA 2012: EL PASTOR, EL LOBO-RELIQUIA Y LA ENCÍCLICA DIVINI
REDEMPTORIS
(4-2-12-8:50AM)
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Benedicto XVI, toma las manos ensangrentadas del tirano de
Cuba (pie de foto de N.A.)
Por
Armando F. Valladares *
Cordial recepción al ex dictador
El 28 de marzo de 2012, las escenas que muestran a
Benedicto XVI y su séquito recibiendo cordialmente al
sanguinario ex dictador Fidel Castro, en la Nunciatura
Apostólica de La Habana, fueron las más dramáticas de la
visita papal a la isla-cárcel desde los puntos de vista
religioso, pastoral, político, simbólico y de la propia
teología de la Historia; las que dejaron el sabor más
amargo en los cubanos de la isla-cárcel, sedientos de
auténtica fe católica y de plena libertad; y las que más
dilaceraron los corazones del rebaño cubano, dentro y
fuera de Cuba.
Una especie de “santo” comunista
Era el Pastor de los Pastores, con su secretario de
Estado, el cardenal Tarcisio Bertone, y con su Nuncio
Apostólico en La Habana, monseñor Bruno Musaro, acogiendo
al Lobo de los Lobos casi como si fuera una “reliquia”
viviente, una especie de “santo” comunista. Ese encuentro
constituyó la realización de una Pesadilla de las
Pesadillas, respecto de la cual se especuló durante muchos
meses antes de la visita papal, incluyendo rumores de una
hipotética conversión, como si se estuviese sondeando y
endulzando el ambiente para que los 11 millones de cubanos
prisioneros en la isla y los amantes de la libertad en el
mundo entero, en la hora de ese encuentro, ya hubiesen
amortiguado internamente el natural horror y repulsa que
despiertan los grandes asesinos de la Historia cristiana,
desde Nerón, pasando por Lenin, Stalin, Mao y Pol Pot,
hasta Fidel Castro.
Fue un encuentro “muy cordial”, declaró el portavoz
vaticano, Federico Lombardi, en conferencia de prensa en
La Habana.
Servilismo del Nuncio en La Habana
Según
muestra un video colocado en Youtube por América TeVé -
Canal 41, la obsequiosidad demostrada por el Nuncio
Apostólico Bruno Musaro
(foto de la izquierda), para no decir el
servilismo, llegó a grados inimaginables. El ex dictador
apenas acababa de bajarse del vehículo que lo transportaba
cuando monseñor Musaro lo recibe, se inclina en una especie
de reverencia, y proclama en tono admirativo: “Señor
Comandante, bienvenido a su casa. Yo fui alumno de su
queridísimo amigo monseñor Cesar Zacchi”.
Es de recordar que monseñor Zacchi fue el encargado de la
Nunciatura en La Habana en los primeros años de la
revolución comunista e impulsor de la “ostpolitik”
vaticana hacia Cuba, obligando a los obispos cubanos a
alinearse con el régimen comunista o a callarse. A la
salida, el Nuncio lo esperaba en la puerta para desearle:
“Que Dios lo bendiga”. Y cuando Castro ya estaba bajando
las escaleras, literalmente corrió detrás de él para
desearle “felicidades”. En materia de servilismo
procastrista, el alumno parece haber aventajado al
maestro.
El Pastor habría tomado la iniciativa del encuentro
Lo más desconcertante es que el propio Pastor habría sido
quien tomara la iniciativa del encuentro, y no el Lobo en
supuesto proceso de “conversión”. Es lo que reveló Fidel
Castro, en declaración publicada por el Vatican
Information Service (VIS) en su edición en español: "He
tomado la decisión de pedir algunos momentos de su tiempo,
que sé está lleno de compromisos cuando supe que le habría
agradado este modesto y sencillo contacto" (VIS,
“Encuentro entre el Papa y el ex presidente Fidel Castro”,
29 de marzo de 2012). Palabras farisaicas y astutas,
aparentemente humildes, que dejaban claro quién dio el
primer paso en una iniciativa que del punto de vista
protocolar no era necesaria.
Castro: “Haremos apóstatas, miles de apóstatas”
¿Cuál sería el “agrado” que Su Santidad esperaba tener en
el encuentro con ese asesino de cuerpos y de almas? Es un
misterio. Fidel Castro comenzó fusilando a decenas de
jóvenes católicos, que morían como mártires proclamando
“¡Viva Cristo Rey! ¡Abajo el comunismo!”, gritos que yo
mismo escuché, con mis propios oídos, en la siniestra
prisión de La Cabaña; hasta que, en la Universidad de La
Habana, por estrategia, y no por arrepentimiento o
conversión, trazó una maquiavélica rectificación: “No
caeremos en el error histórico de sembrar el camino de
mártires cristianos, pues bien sabemos que fue
precisamente el martirio lo que dio fuerza a la Iglesia.
Nosotros haremos apóstatas, miles de apóstatas” (cf. Juan
Clark, “Cuba: mito y realidad”, Ediciones Saeta,
Miami-Caracas, 1a. ed., 1990, pp. 358 y 658).
Fue a partir de entonces que los condenados a muerte
comenzaron a ir al “paredón” amordazados, para silenciar
de esa manera sus proclamas de fe y heroísmo. Al mismo
tiempo, la “alfabetización” y la “salud” pasaron a ser dos
tenazas satánicas de control psicológico, mental y social,
así como de inducción a la apostasía, de generaciones
enteras de niños, jóvenes y adultos. “Alfabetización” y
“salud” que, no obstante, han recibido comentarios
laudatorios de las más altas autoridades eclesiásticas,
inclusive, del actual Pontífice (cf. Discurso de Benedicto
XVI de recepción de las cartas credenciales del embajador
de Cuba, Eduardo Delgado Bermúdez, "Le lettere credenziali
dell'Ambasciatore di Cuba presso la Santa Sede", Oficina
de Prensa de la Santa Sede, Diciembre 10, 2009; cf.
Armando Valladares, “Benedicto XVI: ¿"beatificación" del
internacionalismo castrista?”, agencia Destaque
Internacional, Enero 06, 2010). Estos son otros misterios
que hacen estremecer las almas de los fieles católicos
cubanos.
Pío XI: comunismo, “satánico azote”
En ese trágico día 28 de marzo de 2012, sin duda, uno de
los más trágicos de la Historia de los católicos cubanos y
de la propia Cuba, Benedicto XVI ofreció al ex dictador
las Medallas de su Pontificado. El momento de mayor
cordialidad captado por los fotógrafos fue cuando el
Pontífice tomó con sus dos manos las ensangrentadas manos
de Castro, y ambos intercambiaron miradas en lo que parece
ser un clima de mutua afinidad.
Por
una ironía, o quizás, por una señal providencial, en esa
misma foto difundida por el propio Vaticano se percibe al
fondo y a lo alto, entre Benedicto XVI y Fidel Castro, como
si estuviera analizando la escena, un cuadro con el retrato
de un Pontífice. Todo indica que se trata de S.S. Pío XI
(a la izquierda), cuya profética Encíclica
“Divini Redemptoris” el 19 de marzo pp., por lo tanto, pocos
días antes del trágico encuentro, acababa de cumplir el 75o.
aniversario en el mayor de los silencios y de los olvidos.
Fue precisamente en esa Encíclica que Pío XI calificó al
comunismo como “intrínsecamente perverso” y como un
“satánico azote”.
En los últimos años, me he visto en la dolorosa obligación
de escribir decenas de artículos denunciando la política
de distensión del Vaticano con el régimen comunista de
Cuba. Artículos redactados invariablemente con palabras
respetuosas, ejerciendo mi derecho y mi obligación de
conciencia de fiel católico cubano y de ex preso político
durante 22 años. Reconozco que esta ha sido tal vez la
ocasión en que he tenido más dificultad de encontrar
palabras adecuadas para esbozar una conclusión, tal la
gravedad de lo ocurrido en la Nunciatura Apostólica en La
Habana ese 28 de marzo de 2012.
Paternal y providencial ayuda de S.S. Pío XI
Opto entonces por recurrir a la paternal y providencial
ayuda de S.S. Pío XI, cuya figura de alguna manera se hizo
sentir en la Nunciatura Apostólica en La Habana, citando
algunas expresiones de su profética Encíclica “Divini
Redemptoris” que se aplican de manera sorprendentemente
actual a la Cuba de hoy.
En una de las frases más lapidarias para quienes en Cuba
promueven un diálogo alegadamente constructivo de los
católicos con el régimen, Pío XI afirma que
"el comunismo es intrínsecamente perverso, y no se puede
admitir que colaboren con el comunismo, en terreno alguno,
los que quieran salvar de la ruina la civilización
cristiana".
Nótese la fuerza de la expresión y las importantes
consecuencias que de ella derivan: para Pío XI no es
lícito colaborar "en terreno alguno" con una ideología
intrínsecamente perversa.
“Conspiración del silencio” y “propaganda diabólica”
Con relación a importantes medios de comunicación, el
Pontífice denuncia "la conspiración del silencio que está
realizando una gran parte de la prensa mundial" sobre los
crímenes revolucionarios. Paralelamente a ese silencio,
los revolucionarios desarrollan
"una propaganda
realmente diabólica como el mundo tal vez nunca ha
conocido"
con la finalidad de mostrar las supuestas bondades
comunistas.
Una "propaganda diabólica" que - según profética
advertencia de Pío XI, confirmada en las décadas
posteriores con tantos lamentables ejemplos - tenía entre
sus objetivos principales difundir el engaño en los
propios medios católicos:
"Más todavía, procuran infiltrarse insensiblemente hasta
en las mismas asociaciones abiertamente católicas o
religiosas”.
Junto con el engaño, viene de la mano la colaboración
comuno-católica: “En
otras partes, los comunistas, sin renunciar en nada a sus
principios, invitan a los católicos a colaborar
amistosamente con ellos en el campo del humanitarismo y de
la caridad".
"Hay incluso quienes, apoyándose en algunas ligeras
modificaciones introducidas recientemente en la
legislación soviética, piensan que el comunismo está a
punto de abandonar su programa de lucha abierta contra
Dios", señalaba también el Papa Pío XI, en otra
consideración de enorme actualidad para la Cuba de hoy.
Baste recordar las ilusiones despertadas en ciertos
sectores cuando se han dado a conocer recientes documentos
del Partido Comunista de Cuba (PCC) y pronunciamientos de
los hermanos Castro, incluyendo los rumores sobre la
supuesta conversión del ex dictador, con apariencia
distensiva - pero con un trasfondo fraudulento, claro está
- en dirección a los católicos.
A continuación, Pío XI sale una vez más al paso de quienes
nunca pierden las ilusiones de encontrar un comunismo
mitigado con el cual les sea posible entrar en
componendas:
"No se puede afirmar
que estas atrocidades sean un fenómeno transitorio que
suele acompañar a todas las grandes revoluciones, o
excesos aislados de exasperación comunes a toda guerra;
no, son los frutos naturales de un sistema cuya estructura
carece de todo freno interno".
Nótese bien. Esos errores y horrores no son
circunstanciales, sino connaturales con dicha ideología.
Son "los errores intrínsecos del comunismo", recalca Pío
XI.
Gigantesco viraje de diplomacia vaticana
¿Por ventura no están descritos por S.S. Pío XI, de manera
sintética y profunda, tantos ardides de los comunistas
contra los católicos en Cuba y en el exilio? ¿Acaso esas
advertencias, hechas hace exactamente 75 años, no
constituyen hoy una trágica explicación para tantos
episodios de colaboración comuno-católica en la Cuba de
hoy? Lo concreto es la constatación de un gigantesco
viraje producido en la diplomacia vaticana, desde Pío XI
hasta nuestros días. Viraje enigmático y desconcertante de
la diplomacia vaticana, una de cuyas raíces históricas
parece estar, según destacados analistas, en el propio
silencio del Concilio Vaticano II con relación al
comunismo, lo cual hizo que los Lobos se sintieran en
total libertad para diezmar al Rebaño en Cuba, en los
países del Este europeo, en Rusia, China y Vietnam.
Que la Virgen de la Caridad proteja, consuele y llene de
auténtica fe a mis 11 millones de hermanos prisioneros en
la isla-cárcel; y que a los cubanos del destierro nos dé
fuerzas espirituales para continuar luchando por la
libertad de Cuba, con el fuego del Apóstol San Pablo:
"combatiendo el buen combate de la fe" y "esperando contra
toda esperanza" (Segunda Epístola a Timoteo 4, 7; y
Epístola a los Romanos 4, 18-19).
*Armando Valladares, escritor, pintor y poeta. Pasó 22
años en las cárceles políticas de Cuba. Es autor del
best-seller "Contra toda esperanza", donde narra el horror
de las prisiones castristas. Fue embajador de los Estados
Unidos ante la Comisión de Derechos Humanos de la ONU bajo
las administraciones Reagan y Bush. Recibió la Medalla
Presidencial del Ciudadano y el Superior Award del
Departamento de Estado. Ha escrito numerosos artículos
sobre la colaboración eclesiástica con el comunismo cubano
y sobre la "ostpolitik" vaticana hacia Cuba.