A última hora -sin debate por parte de los parlamentarios constituidos en
Asamblea Nacional- el decreto entregado a la Comisión Nacional Electoral por
el que se aprueba la reforma de la Constitución de la República Bolivariana
de Venezuela incluyó una sorpresiva reforma del artículo 153 de la actual
Constitución que, directamente vinculado con la delicada cuestión de la
soberanía, parece destinado a conformar una Confederación entre Venezuela y
Cuba. La propuesta será sometida ahora al referéndum popular, que ha sido
previsto para comienzos de diciembre.
El texto del artículo aludido fue adoptado sigilosamente -como si se tratara
de simple corrección de estilo- pese a que abre la puerta a decisiones de
enorme magnitud geopolítica en nuestra región. Lo hace cuando el "bloque"
bolivariano está ya actuando concertadamente en materia de política
exterior, como lo demuestra la acción conjunta entre Nicaragua y Venezuela
en la reciente Cumbre Iberoamericana de Santiago de Chile, en función de la
cual Hugo Chávez protagonizara la intervención soez que diera pie a su
entredicho con el rey de España, quien tratara, sin éxito, de recordarle que
la educación aún existe.
El nuevo artículo propuesto dispone que Venezuela "promoverá la integración,
la confederación y la unión de América latina y del Caribe a objeto de
configurar un gran bloque regional de poder político, económico y social".
Para ello "privilegiará la estructuración de nuevos modelos de integración y
unión en nuestro continente, que permitan la creación de un espacio
geopolítico, dentro del cual los pueblos y gobiernos de nuestra América
vayan construyendo un solo proyecto grannacional"; aquel, aclara, al que
Simón Bolívar llamó "una nación de repúblicas", referencia que ha sido
incluida dentro de un proyecto que, de resultar adoptado, dejará a Venezuela
fuera de la categoría de las repúblicas.
El texto del artículo en cuestión -antes de ser pícaramente "pulido"- hacía
una confusa alusión a una "comunidad de naciones" para la defensa de los
intereses comunes y a la posibilidad de "conjugar" y "coordinar", entre
todos, los "intereses" comunes. Para ello permitía la atribución (esto es,
la delegación) a organizaciones supranacionales de las "competencias
necesarias", por medio de la "fundación de empresas grannacionales", o de la
"fundación de repúblicas".
Para algunos observadores de la realidad venezolana, la idea ahora
subyacente es fusionar a Cuba con Venezuela en una única entidad que sería
una nueva confederación abierta a la participación de otros Estados. Algo
similar a la unión política que, en su momento, intentaron, en Medio
Oriente, Egipto y Siria.
Pese a la sorpresa, lo cierto es que hubo algunas "señales" previas. El
propio Hugo Chávez había adelantado la idea en uno de sus permanentes
periplos por Cuba, el del 12 de octubre pasado, utilizando varias veces en
sus eternos discursos la palabra "confederación", como suponiendo la "fusión
de ambos gobiernos". Lo que contrastó con el lenguaje cuidadoso del
presidente interino de Cuba, Raúl Castro, quien en sus respuestas se
refirió, en cambio, a "unión e integración".
Pocos días antes, el canciller de Cuba, Felipe Pérez Roque (un hombre del
círculo íntimo de Fidel Castro) había asegurado que su país estaba dispuesto
a ceder su soberanía y su bandera en aras a conformar una "patria grande",
de modo de asegurar así, en caso de fallecer Fidel Castro, la supervivencia
del régimen comunista en la isla. Aparentemente, ni Raúl Castro ni los
militares que conforman su base real de poder estarían demasiado
entusiasmados con la alternativa de tener que someterse a la voluntad
omnipotente de Hugo Chávez.
Una nueva alternativa política parece de pronto abrirse en nuestra región.
Estructurarla quizá no sea tan fácil como pudiera creer Chávez. Pero lo que
ciertamente está claro es que sus consecuencias políticas podrían extenderse
más allá de las orillas del mar Caribe.
El autor fue embajador de la Argentina ante las Naciones Unidas.