En lo que se transcribe a seguido, mi amigo Nestor Carbonell completa
en forma útil y como de costumbre bien redactada, la narración que
conocemos y aporta datos y detalles relevantes. Pero una cosa salta a la
vista (ver subrayados sobre lo comentado mas abajo): Kennedy mintió cuando
dijo que los rusos amenazaron con represalias en Berlín si continuaban los
bombardeos previos a la invasión y que ello fue la razón de suspenderlos.
Eso se lo dijo aparentemente a San Román y Oliva post facto cuando ya
habían sido rescatados pagando el chantaje de Castro. Que iba a decir, que
se acobardó y que los prejuicios de sus asesores sobre América Latina y
las intervenciones lo rindieron y llevaron a una posición absurda? No es
él quien dijo que el problema máximo era 'disponer' de los reclutas. Quien
dice esto nunca quiso ganar. Existe un falta de respeto existencial por
estos 'cubanos desechables' Y en fin, el comentario de JFK a Eisenhower
sobre el mismo asunto es diferente. Aquí Eisenhower nos dice que habló de
'temor' a una represalia en Berlín y no de una 'amenaza efectiva'. La
primera me parece la verdadera razón.
Otro asunto fue la falta de visión y carácter de los dirigentes políticos cubanos.
Sin duda era una situación muy difícil y tenían que lidiar con una
potencia de gran prestigio y con su presidente siendo exiliados en este
país, carentes de fondos, y de personalidad jurídica. El presidente
americano merecía una cuota de credibilidad. Es un atenuante sin duda.
Pero nuestros representantes eran hombres maduros y políticos
experimentados y aunque carecían de conocimientos militares sobraban
cubanos que sí los tenían. No obstante, un buen político detecta en el
acto cuando alguien le está haciendo un cuento. Respecto a la invasión
fueron demasiadas las contradicciones y demasiados los interlocutores. Si
alguien se hubiera plantado y dicho: O me aclaran las contradicciones o
voy a la prensa, el asunto no hubiera quedado en la vaguedad en que quedó
hablándose de 'contingentes adicionales' no identificados y de 'alzaminentos'
en general.
Era una obligación el hacerlo antes de arriesgar vidas de jóvenes
valientes, sacrificados y confiados en el prestigio de los Estados Unidos.
Cuando se nos impuso la Enmienda Platt los negociadores hicieron mucho más
y no se tragaron el cuento. Insistieron e insistieron y mejoraron algo el
entuerto hasta que no les quedó mas remedio que aceptarlo.
En el caso de Bahía de Cochinos las protestas e insistencia no fueron
suficientes en número ni bien pensadas. Se contaba con asesores militares
cubanos y se sabía de sobra que un B-26 no tenía autonomía para un vuelo
tan largo de Nicaragua a Cuba y que podían volar poco tiempo sobre el
teatro de operaciones. Estaba claro que 1,500 hombres no eran suficientes
para enfrentar el número de milicianos con que contaba Castro. Si se les
habló de 15 mil o 30 mil hombres adicionales como expone Nestor, cabía
preguntar: De donde vienen, como se componen las unidades? Hable usted con
mi asesor militar y explíquele. Y si no me quiere explicar pues esto no es
serio y punto. Todo fue equipo militar de segunda y operativos americanos
de tercera porque el informe del inspector general examina los niveles de
competencia de los funcionarios de la CIA implicados y llega a la
conclusión de que se trataba de la cota inferior o sea que había muchos
niveles de competencia por encima de ellos en las evaluaciones
profesionales que se estilan en una organización. De 42 oficiales
principales el 21% estaban en el último 10% de evaluación y el 40% en el
último tercio. Desde luego pocos hablaban español. Quiere decir dos
terceras partes eran de lo peorcito que tenían.
Una verdad como un puño es que sin duda muchos que pensaban que esto era
una escaramuza de república bananera y que unos aviones viejos eran
suficientes. Nos dejamos tratar como bananas y así fue el resultado. Sobre
estas deficiencias ver lo que sigue publicado en
http://futurodecuba.org/articulos_9.06.htm
Continuamos con lo
expresado por el equipo de auditoria sobre Bahía de Cochinos y las
operaciones correlativas. El equipo estuvo a cargo de Lyman Kirpatrick
conocido y respetado militar americano. Resumimos lo comentado sobre
operaciones clandestinas de suministro. Ejemplo citado: El 23 de Diciembre
de 1960 un agente cubano entrenado por la CIA pidió 1500 lb. de materiales
de demolición y sabotaje que debían ser arrojados por aire. Su equipo de 15
personas recibió material distinto al pedido y además 800 lb. de frijoles,
800 de arroz y 160 de manteca. El avión además voló con las luces de
aterrizaje encendidas, dio varias vueltas y regó panfletos. El agente
indignado salió de Cuba expresamente para quejarse y negarse a recibir más
nada pues se puso en peligro a todo un equipo. La operación fue oficialmente
calificada de 'exitosa' porque se entregaron 'materiales'. En total 151,000
lb. de materiales fueron transportadas por aire, 69,000 fueron lanzadas,
46,000 capturadas por los castristas y el resto de 23,000 fue 'exitoso'
incluyendo el arroz con frijoles. Comenta Kirkpatrick: Falta absoluta de
procedimiento y entrenamiento. Ni mapas ni coordenadas. Una verdadera
pantomima orquestada por quien supuestamente sabia hacerlo mejor. El aparato
castrista de inteligencia no tenia que ser muy bueno. Se enfrentaba a
acémilas.
Se acaban de desclasificar gran
número de documentos y lo que se ha divulgado es lo sensacionalista i.e, la
mafia queriendo matar a Castro por contrato de la CIA. Pero esto no es
importante en si por lo ya sabido y manoseado del asunto. Más importante es
el informe del inspector general (termino burocrático para el auditor) sobre
la operación Bahía de Cochinos. Es un informe largo que revela en detalle el
pensamiento de los involucrados, su incompetencia e irresponsabilidad. El
auditor nos da una pauta al criticar la calidad del personal. De 42
oficiales principales el 21% estaban en el último 10% de evaluación y el 40%
en el último tercio. Desde luego pocos hablaban español. Quiere decir dos
terceras partes eran de lo peorcito que tenían. Dado el hecho de que los
genios no trabajan usualmente en el gobierno se podrá entender que la
calidad de las personas produjo los resultados desastrosos que conocemos. ¿Razones?
Entre otras, subestimar al enemigo lo cual es una manía americana ya muy
vieja. Leer el informe requiere aguante. Es un compendio de estupideces tal,
que da vergüenza. Muchos cubanos no nos sorprendimos nunca de los errores
con Irak. Ya teníamos experiencia, nos habían mandado a los burritos para
manejar Bahía de Cochinos. Al parecer y dado el caso de Ana Belén Montes y
otros similares, han procreado una nueva generación. Moraleja: Usar la
cabeza propia y no creer en novelas de James Bond. Los burros son burros
donde quiera que se encuentren. La etiqueta del establo no aumenta la
inteligencia.
----- Original Message -----
Sent: Thursday, January 06, 2011 12:18 PM
Subject: Fwd: BAHÍA DE COCHINOS Lo Que No Dijo el Informe del
Inspector de la CIA
Sent by Clemente
LO QUE NO DIJO EL INFORME DEL INSPECTOR DE LA CIA.
EE.UU. AMIGOS O COMPLICES ?
LO QUE NO DIJO EL INFORME DEL INSPECTOR DE LA CIA.
EE.UU. AMIGOS O COMPLICES ?
--------------------------------------------------------------------------------
Nota
¿Por qué Kennedy decretó el
abandono que selló la derrota de la invasión? Veamos la explicación que
el propio Presidente les dió a los líderes de la brigada en su
residencia de Palm Beach, el 27 de diciembre de 1962, a los cuatro días
de haberse efectuado el canje de los prisioneros. Según el
testimonio de José Pérez San Román, confirmado por su segundo en mando,
Erneido Oliva, el Presidente les reveló en privado que al producirse el
primer bombardeo aéreo el 15 de abril, el gobierno soviético amenazó con
atacar a Berlín Occidental si Estados Unidos continuaba apoyando a la
fuerza invasora. En esas circunstancias, explicó Kennedy, tuvo él que
enfrentarse a esta disyuntiva: defender a la brigada y arriesgar una
confrontación con la Unión Soviética en Berlín que pudiese desatar un
conflicto armado de grandes proporciones, o preservar la paz mundial y
arriesgar a los 1500 combatientes. Teniendo que escoger entre estas dos
terribles alternativas, Kennedy concluyó que era preferible sacrificar a
la brigada que arriesgar en Berlín una posible tercera guerra mundial.
www.nuevoaccion.com
BAHÍA DE
COCHINOS
Lo Que
No Dijo el Informe del Inspector de la CIA
Por Néstor Carbonell Cortina
Hace 37 años que se produjo el heroico desembarco, condenado al fracaso,
y los cubanos continúan sufriendo las consecuencias. Hay errores
políticos y estratégicos que llegan a ser desastres. Más que fiascos son
tragedias; más que fallos son crímenes. Bahía de Cochinos fue uno de
ellos. Se ha escrito con abundancia sobre este tema, pero es ahora, con
la publicación de documentos ultraconfidenciales del gobierno de los
Estados Unidos y de varias memorias privadas, que pueden despejarse
muchas de las nebulosas que cubren el fatídico proceso.
Documentos Reveladores
Uno de esos documentos es el informe que en 1961 rindió
Lyman B. Kirkpatrick, inspector general de la CIA, sobre la actuación de
la Agencia en la preparación y ejecución de Bahía de Cochinos.
El voluminoso documento contiene datos
valiosos que ponen de manifiesto numerosos errores de planificación,
serias deficiencias logísticas y falta de coordinación entre los
servicios de inteligencia, el Pentágono y la Casa Blanca.
Asimismo, el informe reprocha a la Agencia el
trato humillante a los dirigentes cubanos en el exilio, marginados
mientras se gestaba la operación e incomunicados durante el desembarco.
Hay mucho de cierto y revelador en el informe de Kirkpatrick, pero
también hay mucho de miope y mezquino en sus alegatos. El inspector
crucifica únicamente a la CIA, exculpando por omisión la negligencia del
Pentágono y la gravísima responsabilidad del Presidente Kennedy por
haber micromanejado, alterado y emasculado a última hora el plan
recomendado.
¿A
qué se debe esta omisión de Kirkpatrick? Todo parece indicar que el
inspector general de la CIA quería congraciarse con la Casa Blanca para
llegar a ser director de la Agencia (a pesar de la parálisis que le
produjo la poliomielitis ). Por eso no entrevistó a los jefes de la CIA
a cargo de Bahía de Cochinos, ni siquiera les envió una copia del
informe.
Fue John McCone, el nuevo director que
sustituyó a Allen Dulles a fines de 1961, quien le ordenó a Kirkpatrick
que les entregara una copia del informe y que incluyera en el expediente
los descargos que formularon.
Acusado por McCone de haber sido tendencioso y superficial en su informe,
Kirkpatrick reconoció en carta al director de la CIA de fecha 1o. de
diciembre de 1961 que el fracaso de Bahía de Cochinos se debió
fundamentalmente a estos tres factores:
a. "Subestimación general por
parte del gobierno de E.U. de la magnitud de la operación requerida para
derrocar al régimen de Fidel Castro.
b.
Fallo del gobierno de E.U. por no prever todas las contingencias....,
incluyendo la necesidad de utilizar fuerzas militares de E.U. si los
exiliados cubanos no pudiesen acometer la tarea ellos mismos.
c.
Fallo del gobierno de E.U. por no estar dispuesto a comprometer los
recursos necesarios para el éxito de la operación planeada y ejecutada."
Otro de los recientes documentos iluminadores es el libro Reflections of
a Cold Warrior de Richard M. Bissell, quien como subdirector de la CIA a
cargo de planes (léase operaciones encubiertas) fue la figura señera
durante todo el proceso que culminó en Bahía de Cochinos. Dotado de un
talento privilegiado (cultivado en Groton y Yale) y de una prepotencia
persuasiva, Bissell ingresó en la CIA en 1954 e inició una verdadera
revolución tecnológica. Bajo su dirección, la Agencia alcanzó altos
niveles de innovación y eficiencia en la captación de inteligencia
militar con el avión U-2, el SR-71 Blackbird, y el satélite de espionaje
Corona.
En
su libro, escrito con perspectiva y serena contrición en la antesala de
la muerte, Bissell hace un recuento de su actuación en el caso de Cuba,
explicando sus decisiones y confesando sus errores. El tono no es tan
mordaz y defensivo como el que matizó su respuesta a Kirkpatrick en
1961. Rechaza acusaciones injustas,pero reconoce, entre sus yerros, dos
que fueron críticos:
1) no cederle al Estado Mayor Conjunto la
responsabilidad primaria de la expedición cuando ésta dejo de ser, a
fines de 1960, una operación paramilitar de infiltración y guerrilla; y
2) no decirle claramente al Presidente
Kennedy que la operación de Bahía de Cochinos no era factible con los
cambios y limitaciones impuestos por él.
De
todos los libros sobre Bahía de Cochinos que han salido a la luz en los
últimos meses, el más importante y completo es, sin duda, el Volumen X
sobre Cuba (1961-1962) publicado por el Departamento de Estado como
parte de la colección de Foreign Relations of the United States (FRUS).
Este tomo de más de 1000 páginas es fascinante, no ya por los hechos que
eslabona, sino por los documentos, hasta ahora secretos, que transcribe.
Para profundizar en el tema de Bahía de Cochinos, ya no hay que hurgar
en el informe del General Maxwell D.Taylor, ni en los archivos de los
Presidentes Eisenhower, Kennedy y Nixon, ni en las memorias de los otros
personajes que intervinieron en el infausto episodio. Esta nueva fuente
de información, junto con el Volumen VI del Departamento de Estado
correspondiente al período 1958-1960, contienen muchos de los datos
esenciales del proceso, rigurosamente clasificados y cronológicamente
ordenados.
Teniendo a mano éstos y otros testimonios, trataré de señalar y comentar
lo que aportan de novedoso y significativo, así como lo que omiten y
tergiversan, para arrojar más luz sobre ese tracto imborrable de la
historia que lleva el nombre de Bahía de Cochinos.
Eisenhower y los Antecedentes de Bahía de
Cochinos
Durante la lucha contra Batista, el Presidente Eisenhower se mantuvo
bastante alejado del caso de Cuba. Dada la grave enfermedad del
Secretario de Estado, John Foster Dulles, la política hacia Cuba fue
dirigida principalmente desde el cuarto piso del Departamento de Estado
por dos "expertos" en Latinoamérica: Roy Rubottom y William A. Wieland.
Aunque estos funcionarios abogaron oficialmente por una política de
estricta neutralidad en la contienda cubana, sus simpatías los
inclinaron a Castro. Así se explican estos hechos: el embargo militar
contra Batista; los embarques clandestinos de armas a Castro desde E.U.;
la subestimación del peligro comunista; la prohibición de todo intento
de mediación en Cuba bajo los auspicios del Embajador Earl Smith, y el
ultimátum que, por conducto de éste, le envió Washington a Batista el 14
de diciembre de 1958. Este ultimátum consistió en un escueto mensaje
trasladado por Smith: "Es mi desagradable deber informarle al Presidente
de la República que Estados Unidos no continuará apoyando al gobierno de
Cuba, y que mi gobierno considera que el Presidente está perdiendo el
control efectivo." (FRUS, VI, 299). Esto precipitó la caída ansiada de
la dictadura, pero creó un vacío de poder que llenó Castro con sus
cofrades comunistas.
El
23 de diciembre de 1958 es cuando se le comunica al Presidente
Eisenhower que la situación del gobierno de Batista era crítica y que "los
comunistas parecen haber penetrado el movimiento de Castro..." Según la
minuta de la Junta del Consejo nacional de Seguridad de dicha fecha (FRUS,
VI, 302-303), el Presidente se molesta por no haber sido informado antes
de esta situación y pregunta "si el Departamento de Estado había
solicitado al Departamento de Defensa que estudiase una acción militar
que podría ser necesaria en Cuba." El Secretario Herter contestó que las
conversaciones se habían centrado únicamente en la posibilidad de una
evacuación. El Presidente afirmó después que "estaba convencido de que
una tercera fuerza [contraria a Batista y a Castro] con influencia y
pujanza podría surgir si la organizase un hombre capaz provisto de
dinero y de armas". Se acordó entonces elaborar un plan para crear o
respaldar esa tercera fuerza, pero fue demasiado tarde.
A
partir de su llegada al poder en enero de 1959, Castro no ceja en su
campaña vilipendiosa contra Estados Unidos. Apoyado en su poder
hipnótico y en el terror difundido por sus arrestos, fusilamientos y
confiscaciones a granel, el líder cubano va sentando progresivamente las
bases de su sistema totalitario comunista. No conforme con subvertir a
Cuba, organiza en su primer año expediciones armadas contra Panamá,
Nicaragua, República Dominicana y Haití.
Washington no sabe realmente lo que hacer. Intenta en múltiples
oportunidades de negociar con Castro, pero sin éxito. No reacciona ante
sus afrentas y provocaciones para que no se tilde a E.U. de Goliat
abusador, sin darse cuenta de que no hay nada que ridiculice más a un
gigante que ser pateado impunemente. El grande, ultrajado, no es ni
popular ni respetado. El poderoso, zaherido , deleita a los resentidos.
La
estéril política de paciencia y tolerancia, personificada por el
Embajador de E.U. en Cuba, Philip Bonsal, fue sustituida a fines de 1959
por una política más proactiva, "enderezada a estimular dentro de Cuba y
en otras partes de Latinoamérica la oposición al régimen extremista y
antiamericano de Castro." (FRUS,VI, 656) Según Bissell, el Grupo
Especial (Comité #5412) que se ocupaba del caso de Cuba acordó el 13 de
enero de 1960 elaborar los planes necesarios para derrocar la tiranía.
Dicho plan, llamado "Programa de Acción Encubierta Contra el Régimen de
Castro," fue aprobado por Eisenhower el 17 de marzo de 1960, y consistió
en lo siguiente:
a) Constitución en el exilio de un frente de
oposición a Castro, responsable, atractivo y unido.
b) Inicio de una fuerte campaña de
propaganda, a través de Radio Swan, dirigida al pueblo de Cuba.
c) Creación en Cuba de una red clandestina de
inteligencia y acción.
d) Creación fuera de Cuba de una fuerza
paramilitar con apoyo logístico, naval y aéreo, para infiltrar en Cuba
agentes entrenados que pudiesen intensificar la resistencia interna. (FRUS,
VI, 850-851)
Este esquema de acción paramilitar se basó en el modelo de Guatemala (golpe
de estado dirigido por la CIA en 1954 contra el gobierno procomunista de
Arbenz). Error craso, por tratarse de situaciones disímiles. Castro
disolvió el ejército profesional, creó su propia fuerza y avanzó con
mayor celeridad y destreza que Arbenz hacia la consolidación de un
estado policíaco. El modelo de Guatemala no era aplicable al caso de
Cuba, por lo que fue posteriormente modificado, pero no totalmente
desechado. Subsistieron enfoques erróneos y faltó, en el minuto crítico,
la experiencia y el carácter resuelto de un Eisenhower. éste dijo al
autorizar la operación en Guatemala: "Estoy dispuesto a tomar los pasos
que sean necesarios para que tenga éxito. Si triunfa, será el pueblo de
Guatemala que arrojó el yugo comunista. Si fracasa, será la bandera de
Estados Unidos la que fracasó." (Peter Wyden, Bay of Pigs, 21)
Adversidades del Exilio
Fueron muchas las adversidades de los dirigentes cubanos del exilio que
constituyeron el Frente Revolucionario Democrático (FRD) en mayo de
1960. Sin recursos propios para enfrentarse al régimen de Castro,
fortificado en alarmante crescendo por el bloque soviético, los líderes
del FRD recabaron una alianza abierta con Washington, pero sólo
obtuvieron un arreglo oculto con la CIA. Solicitaron un empréstito para
operar con autonomía y dignidad, pero sólo recibieron mesadas para
luchar con restricciones por la libertad.
Sin embargo, nos enteramos ahora que el programa de acción encubierta
autorizado por Eisenhower contemplaba una emisión de bonos del FRD (como
obligación del futuro gobierno de Cuba) para levantar fondos adicionales.
(Informe de Kirkpatrick, Anexo A, 5). Esta emisión, lamentablemente,
nunca pudo efectuarse, por lo que prevaleció el poder de la bolsa de la
CIA. Parafraseando el célebre "Vae victis" de Breno en el sitio de Roma,
cabe decir aquí: ¡Ay de los desterrados!
Impaciencia del Presidente
El
17 de febrero de 1960, aun antes de aprobar el programa encubierto antes
referido, el Presidente Eisenhower se mostró partidario de tomar
acciones más enérgicas, y hasta drásticas, en el caso de Cuba. La
palabra drástica incluyó iniciativas fallidas para inutilizar o eliminar
a Castro antes del desembarco. Esto se desprende de los comentarios
sibilinos de Eisenhower al cuestionar algunas propuestas ineficaces y
plantear la necesidad de "identificar agentes (assets) para cosas de
todo tipo (across the board), y hasta para cosas que pudieran ser
drásticas." (FRUS VI, 789).
En
la junta que Eisenhower celebró con sus asesores el 18 de agosto de
1960, Allen Dulles rindió un informe detallado sobre la implementación
del programa de acción encubierta contra Castro. Habló de los esfuerzos
para unificar a la oposición cubana en el exilio, de las transmisiones
radiales a Cuba, y del entrenamiento en la zona del Canal de Panamá, que
iba a ser trasladado a Guatemala y ampliado para acomodar a 500 reclutas.
En
el curso de la discusión, se planteó la necesidad de tener una fuerza de
reserva, que pudiese incluir oficiales y soldados norteamericanos. Este
punto quedó pendiente, pero se consideró extender el marco de la
operación más allá de infiltraciones y guerrillas, y tomar, con el apoyo
de la aviación, Isla de Pinos u otra pequeña isla como base trampolín.
Al final de la exposición, Eisenhower
afirmó que "estaba dispuesto a seguir adelante si el Estado Mayor
Conjunto, los Departamentos de Estado y Defensa, y la CIA consideraban
que había buenas posibilidades de éxito. A él no le importaba mucho el
costo [financiero]; es más, dijo que defendería este tipo de acción
frente a cualquiera que viniese, y que si tuviera la seguridad de
liberar a los cubanos de este demonio (incubus), bien poco sería el
precio que habría que pagar." (FRUS, VI, 1057-1060)
De Guerra de Guerrillas a Guerra Convencional
En
la sesión del Consejo de Seguridad nacional de fecha 20 de octubre de
1960, Allen Dulles informó que la ayuda militar del bloque soviético a
Cuba continuaba; que habían llegado tres embarques y que un cuarto
estaba en camino. Asimismo, indicó que pilotos cubanos estaban siendo
entrenados en Checoslovaquia. Se estimaba que Cuba recibiría dos
escuadrones de MIGs a principios de 1961.
Reunidos con sus asesores el 29 de noviembre, Eisenhower consideró
necesario designar a alguien que coordinara e impulsara, al más alto
nivel, los planes con respecto a Cuba. (Para desempeñar esta función
fueron seleccionados posteriormente Whiting Willauer por el Departamento
de Estado y Tracy Barnes por la CIA). Por otra parte, el Presidente
preguntó "si en vez de 500 reclutas entrenándose, no debíamos tener por
lo menos 2000." Aunque no consideraba factible en esos momentos el
entrenamiento en territorio norteamericano ni la constitución de un
gobierno cubano en el exilio, Eisenhower afirmó que "debíamos estar
preparados para tomar más riesgos y ser más agresivos." (FRUS, VI,
1126-1131)
El
plan paramilitar escalonado de infiltración se precipita y transforma en
desembarco o invasión con apoyo aéreo por dos razones fundamentales.
Primero, porque el tiempo conspiraba en contra de la liberación, ya que
le permitía a Castro, con la ayuda militar creciente del bloque
soviético, fortalecer su aparato de defensa y represión. Y segundo,
porque los grupos de insurrectos en las montañas, carentes de apoyo
adecuado del exterior, estaban siendo exterminados por las fuerzas del
régimen. Esto se debió, en parte, a las condiciones precarias en que se
efectuaban los embarques desde Guatemala - condiciones impuestas por la
CIA para ocultar el apoyo norteamericano.
Considerando estos hechos, el Grupo
Especial se reunió el 8 de diciembre de 1960 para discutir un "nuevo
concepto," que consistía en una expedición armada a Cuba de unos 600 a
750 exiliados, precedida de ataques aéreos que continuarían después del
desembarco. Esta operación anfibia, que incluiría la infiltración de
núcleos guerrilleros, no fue aprobada formalmente, pero la CIA recibió
señales inequívocas de seguir adelante. (FRUS, VI, 1175)
Cambio de Poderes
Kennedy ganó las elecciones presidenciales en noviembre de 1960, y a las
pocas semanas Allen Dulles y Bissell lo pusieron al corriente de los
planes paramilitares contra Castro. Durante el período de transición, el
Presidente Eisenhower se vió forzado a romper relaciones con el régimen
cubano. Según Bissell, en la junta que se celebró en la Casa Blanca el 3
de enero de 1961, Eisenhower estaba dispuesto a ir más allá de la
ruptura diplomática... "con una buena excusa" proporcionada por Castro.
Se habló hasta de "fabricar" una provocación, escenificando un ataque a
Guantánamo. No se llegó a ninguna conclusión sobre este particular, pero
se discutió el aumento de la fuerza invasora a 1500 reclutas, por lo
menos. (Bissell, Reflections of a Cold Warrior, 161)
Por su parte, Whiting Willauer, como coordinador general de la operación,
recomendó complementar la brigada de exiliados cubanos con un
contingente de 5,000 a 10,000 reclutas latinoamericanos. Asimismo,
señaló que era aconsejable utilizar jets desde bases aéreas de E.U. para
proteger a los vulnerables bombarderos B-26 de la brigada. (Taylor,
Operation Zapata, 15, 100).
Dos días antes de la inauguración del Presidente Kennedy, Willauer, en
su carta al Subsecretario de Estado, Livingston Merchant, indicó que era
imperativo resolver estos puntos: uso de bases aéreas en territorio
norteamericano; reconocimiento de un gobierno provisional cubano;
garantía a dicho gobierno de apoyo militar abierto (overt) de los
Estados Unidos. Iba por buen camino Willauer al plantear estas
cuestiones, y acaso con su insistencia en garantizar a toda costa el
éxito de la operación hubiese podido evitar el trágico desenlace.
Desgraciadamente, no fue escuchado y cesó en sus funciones al asumir
Kennedy la presidencia.
El Plan Trinidad
Con anterioridad a la presentación de este plan, Kennedy les pidió a los
Jefes del Estado Mayor Conjunto que lo evaluaran. Estos emitieron su
informe el 3 de febrero de 1961, señalando graves deficiencias, tales
como falta de apoyo logístico adecuado en caso de resistencia durante el
desembarco. A pesar de sus reservas, los jerarcas del Pentágono
concluyeron que el plan tenía bastante buenas probabilidades (fair
chance) de éxito final.
El
11 de marzo, los directores de la CIA le presentaron al Presidente el
llamado Plan Trinidad, así como otras opciones menos viables. El plan
recomendado consistía en el desembarco de la fuerza expedicionaria por
Trinidad (puerto de Casilda), con apoyo aéreo simultáneo, a fin de
capturar una cabeza de playa e instalar un gobierno cubano provisional
que pudiese ser reconocido y apoyado en un plano logístico. En caso de
que este asalto no estimulase las esperadas sediciones o revueltas
contra Castro, la brigada podría internarse en las montañas del
Escambray y operar como guerrillas. (FRUS, X, 143)
Kennedy rechazó este plan por considerarlo demasiado ruidoso y obvio en
cuanto a la participación de E.U., y pidió que le sometieran en unos
pocos días otro plan más discreto. Cabe señalar que el objetivo de la "negación
plausible" o "no atribución" de ayuda norteamericana era imposible de
alcanzar dada la magnitud de la empresa y la publicidad que ya habían
recibido los campamentos en Guatemala. De modo que por mantener
políticamente una ficción, se le fue restando efectividad militar a la
operación.
Operación Zapata (Bahía de Cochinos)
Siguiendo las instrucciones presidenciales, la CIA y el Pentágono se
dieron a la tarea de elaborar, en cuatro días, otro plan menos
espectacular que tuviese la apariencia de una infiltración, y no de una
invasión. De las diversas alternativas que le presentaron a Kennedy el
15 de marzo, la que le recomendaron fue la Operación Zapata (Bahía de
Cochinos), por estar ubicada en una zona resguardada (con pocas vías de
acceso) y por disponer de un aeropuerto apropiado para aviones B-26. A
fin de complacer a Kennedy, se acordó que el desembarco fuese de noche (proeza
sólo lograda una vez en la segunda guerra mundial), y se aceptó que no
hubiese cobertura aérea hasta que los aviones de la brigada pudiesen
operar desde el aeropuerto cercano a Bahía de Cochinos. (Esta insólita
condición fue modificada posteriormente, previéndose ataques aéreos a
objetivos militares en D-2 y en D-D.) Asimismo, se planeó, para
despistar, otro desembarco de menor escala al norte de Oriente, dos días
antes de la invasión.
Como plan de contingencia, por si fracasase la operación, los estrategas
contemplaron la posibilidad de que la brigada operase en la Ciénaga de
Zapata por ser ésta, según ellos, zona propicia y tradicional de guerra
de guerrillas. Esto es falso, ya que el Generalísimo Máximo Gómez, en la
guerra de independencia, siempre esquivó esta área cenagosa por
considerarla una trampa militar. Sería injusto condenar a los estrategas
norteamericanos por desconocer la historia, más sería irresponsable
exonerarlos por ignorar la geografía.
La
CIA y el Pentágono reiteraron que preferían el Plan Trinidad, pero no se
opusieron a la Operación Zapata, aun con las limitaciones impuestas por
Kennedy. Es más, consideraron que ésta también tenía buenas
probabilidades de éxito. El Presidente, por su parte, pidió que se
siguiera trabajando en la Operación Zapata, disminuyendo aun más su "ruido",
pero se reservó el derecho de cancelarla. (FRUS, X, 145-159)
La Postura de Varona y de Miró Cardona
En
la lucha por la libertad de Cuba, los líderes del exilio tuvieron que
sobrellevar intrigas y frustraciones, exacerbadas por el divisionismo y
las ambiciones. Y tuvieron también que domeñar el orgullo en sus
relaciones con la CIA. Confiando en la honorabilidad del aliado y en sus
promesas de apoyo decisivo, aceptaron una situación enojosa de
dependencia económica y militar. Los dirigentes que prefirieron operar
por la libre, sin ataduras norteamericanas, no corrieron mejor suerte.
Tony Varona, como coordinador general del Frente Revolucionario
Democrático (FRD), señaló claramente las expectativas del exilio. En la
reunión que celebró en Washington con funcionarios del Departamento de
Estado el 29 de noviembre de 1960, Varona planteó la necesidad de
reclutar 2000 ó 3000 exiliados para desembarcar en Cuba y constituir un
gobierno en armas. Cuando se le preguntó si ese gobierno solicitaría el
apoyo militar de E.U., Varona contestó enfáticamente que sí, aclarando
que el apoyo tendría que incluir tropas y equipos (FRUS X, 1132-1140).
A
principios de 1961, Varona visitó los campamentos en Guatemala para
apaciguar los ánimos exaltados. Preocupado por el número exiguo de
reclutas que allí se encontraban, se dirigió al jefe de la base, Coronel
Frank Egan. "No se preocupe, Dr. Varona - le dijo el Coronel - nosotros
protegeremos la invasión con una sombrilla [cobertura aérea]. El aire
será nuestro. Ni un sólo vehículo [de Castro] podrá transitar sin ser
bombardeado..." (Peter Wyden, Bay of Pigs, 56-57).
El
Coronel fue más explícito con Miró Cardona cuando éste asumió la
presidencia del Consejo Revolucionario (sucesor del FRD) y visitó los
campamentos a principios de abril, dos semanas antes de la invasión.
Según las memorias de Miró, el Coronel le dijo que "la brigada se
completará con 250 hombres más; habrá tropas adicionales cuyo numero
asciende a 30,000; tendremos el control del aire, y hay tres naciónes
envueltas en el conflicto."
No
satisfecho con estas promesas, Miró voló a Washington, y el 6 de abril
se entrevistó con Adolf A. Berle, coordinador civil del Task Force
designado por Kennedy para ocuparse del caso de Cuba. Durante la reunión
en casa de Berle, bien documentada en los archivos de Miró, Berle le
dijo que "el problema militar marchaba muy bien y que podía contar con
15,000 hombres adicionales." Miró preguntó: "¿Por qué 15,000 si en
Guatemala se me dijo 30,000?" "Son suficientes," respondió Berle; "ustedes
tendrán el control del aire..."
Cuando el Presidente Kennedy declaró sorpresivamente el 12 de abril que
"no habría, bajo ninguna circunstancia, intervención en Cuba de las
fuerzas armadas de los Estados Unidos" y que esta posición era "entendida
y compartida por los exiliados anticastristas en este país," Miró
solicitó con urgencia otra entrevista con Berle. ésta se celebró al día
siguiente en el Century Club de New York en presencia del asistente
presidencial Arthur Schlesinger y del profesor John Plank.
Según Schlesinger, se le dijo a Miró
que "los llevaremos a la playa y una vez que se constituya un gobierno
provisional, les ofreceremos todo tipo de ayuda, menos tropas de los
Estados Unidos." Miró contestó, de acuerdo con la versión de
Schlesinger, que "si las cosas iban mal, él pediría la ayuda de todas
las naciónes del hemisferio, incluyendo los Estados Unidos. Y la ayuda
deberá venir."
Lo que no reveló Schlesinger (pero sí
consta en las notas de Miró) fue lo que Berle agregó para tranquilizar
al líder del exilio: "Así como usted dice que la revolución (invasión)
es cubana, el Presidente se ve obligado a declarar que no prestará ayuda,
pero nuestros pactos quedan en pie."
La Ambivalencia de Kennedy
Como se ha visto, el Presidente vetó el Plan Trinidad y tronchó la
Operación Zapata por considerarlos demasiado espectaculares, pero en vez
de cancelar la invasión in toto por no tener la convicción y el ánimo
para asegurar el triunfo, lo que hizo fue castrarla, haciendo inevitable
el fracaso.
A
pesar de haber mantenido una línea dura contra Castro en los debates
presidenciales (hecho que contribuyó decisivamente a su victoria
electoral), al Presidente le flaquearon las fuerzas cuando tuvo que
traducir la retórica en acción. Tratando de evadir los retos que todo
estadista tiene que encarar a la hora de la verdad, Kennedy tomó en
definitiva el peor de los riesgos: el camino tortuoso del deshonor y la
pusilanimidad.
¿Qué
motivó esta conducta que nos llevó al desastre? La inexperiencia de
Kennedy -- apenas tres meses y medio en la presidencia -- obviamente
influyó, así como el temor que tenía de provocar represalias soviéticas.
Algunos de sus asesores también lo ofuscaron y amedrentaron. Entre ellos
sobresalió el Senador William Fulbright con su tesis coexistencialista,
apoyada en la falaz premisa de que Cuba era "una espina en el costado y
no una daga en el corazón." El historiador y consejero presidencial,
Arthur Schlesinger, fue otro que se opuso tenazmente a la invasión
citando principios jurídicos y morales, y evocando el espectro de los
infantes de marina de los Estados Unidos en suelo cubano. No pudiendo
evitar que se llevara a cabo la operación, Schlesinger y altos
funcionarios como el Secretario de Estado, Dean Rusk, consiguieron
limitar su alcance y menguar su efectividad.
Hasta el último momento estuvo el Presidente dubitativo y vacilante. Lo
que a la postre determinó que diera la luz verde, según testimonio del
propio Schlesinger, fue el tener que desmantelar los campamentos en
Guatemala y no saber qué hacer con la Brigada. A este dilema se le llamó,
con clínica frialdad, "the disposal
problem". Preocupado por el escándalo que produciría la
desbandada de los brigadistas, Kennedy afirmó crudamente: "Si tuviésemos
que deshacernos de estos ochocientos hombres, sería mejor arrojarlos en
Cuba [dump them in Cuba] que en los Estados Unidos, especialmente si es
allí donde quieren ir." (Schlesinger, A Thousand Days, 241)
Decisiones Fatídicas
Para concluir, veamos las decisiones fatídicas de Kennedy que condenaron
la invasión al fracaso:
1) El Presidente se opuso a última hora al
desembarco en Trinidad-Casilda. Esto forzó a la CIA y al Pentágono a
elaborar en forma festinada la alternativa de Bahía de Cochinos, la cual
fue menguada sustancialmente por el Presidente.
2) Kennedy, motu proprio, insistió en que el
desembarco fuera de noche, aumentando los riesgos de esta operación, ya
de por sí azarosa y difícil.
3) Para aminorar el "ruido" y la posible
repulsa internacional, el Presidente rechazó el plan de bombardeo masivo
la madrugada del desembarco recomendado por la CIA y el Pentágono. Sólo
autorizó ataques aéreos limitados a las bases militares en Cuba dos días
previos a la invasión y en la mañana del desembarco.
4) Unos minutos antes del primer bombardeo
(D-2), Kennedy ordenó reducir drásticamente el número de aviones que
iban a participar en la operación (de 16 a 8). Esto le permitió a Castro
salvar la mitad de su aviación, alertar a sus tropas y arrestar a más de
250,000 personas, incluyendo miembros destacados de la resistencia que
iban a apoyar la invasión. (Esta redada masiva reflejó la vulnerabilidad
del régimen, que pudo haber caído si los ataques hubiesen sido
contundentes, coordinados y sostenidos). 5) Bajo presión de Adlai
Stevenson, Embajador de los Estados Unidos ante la ONU, Kennedy canceló
el segundo ataque aéreo previsto para destruir el resto de la aviación
del régimen. Esta malhadada decisión (no impugnada con suficiente
energía por la CIA y el Pentágono), hizo posible que los jets de Castro
derribaran el 17 de abril cinco de los indefensos B-26 de la brigada,
hundieran o encallaran dos de sus barcos y forzaran la retirada de otros
tres con equipos y municiones. La falta de estos suministros vitales
impidió que la brigada prolongara su fiera batalla después de haberle
causado más de 1500 bajas al enemigo.
6) Por último, el Presidente rechazó las
insistentes demandas de Bissell y del Almirante Arleigh Burke de
escoltar a los barcos que no habían podido desembarcar y de permitir que
algunos aviones de guerra de Estados Unidos protegieran a los B-26 de la
brigada frente al ataque implacable de los T-33 de Castro. Esta
cobertura, a tiempo, hubiera permitido contrarrestar la ofensiva de las
huestes del régimen, constituir un gobierno en armas y facilitar la
llegada de refuerzos.
Los Estados Unidos estaban debidamente preparados para terciar en la
contienda. Aparte de las fuerzas norteamericanas en estado de alerta en
Guantánamo, la isla de Vieques y la Florida, el Almirante Burke contaba
con una flotilla armada en las inmediaciones de Bahía de Cochinos.
Fuerzas no faltaban para apoyar a la brigada en el momento crítico. Lo
que faltó en Washington fue el coraje y la dignidad que desplegaron los
patriotas en las arenas de Girón. Rubricada con sangre quedó allí
grabada la altiva respuesta del jefe de la brigada, José Pérez San Román:
"¡No seremos evacuados! ¡Lucharemos hasta el final!"
¿Por
qué Kennedy decretó el abandono que selló la derrota de la invasión?
Veamos la explicación que el propio Presidente les dió a los líderes de
la brigada en su residencia de Palm Beach, el 27 de diciembre de 1962, a
los cuatro días de haberse efectuado el canje de los prisioneros.
Según el testimonio de José Pérez San Román, confirmado por su segundo
en mando, Erneido Oliva, el Presidente les reveló en privado que
al producirse el primer bombardeo aéreo el 15 de abril, el gobierno
soviético amenazó con atacar a Berlín Occidental si Estados Unidos
continuaba apoyando a la fuerza invasora. En esas circunstancias,
explicó Kennedy, tuvo él que enfrentarse a esta disyuntiva: defender a
la brigada y arriesgar una confrontación con la Unión
Soviética en Berlín que pudiese desatar un conflicto armado de grandes
proporciones, o preservar la paz mundial y arriesgar a los 1500
combatientes. Teniendo que escoger entre estas dos terribles
alternativas, Kennedy concluyó que era preferible sacrificar a la
brigada que arriesgar en Berlín una posible tercera guerra mundial.
¿Es válida esta explicación del Presidente? Nos remitimos a la opinión
emitida por el General Eisenhower cuando, a los pocos días del desastre
de Bahía de Cochinos, Kennedy le confesó
en la Casa Blanca que no había apoyado a la brigada por temor a una
represalia soviética en Berlín. Eisenhower le contestó:
"Eso es todo lo contrario a lo que realmente sucedería. Los soviéticos
siguen sus propios planes, y si ven que nosotros mostramos alguna
debilidad, es entonces que arremeten con más fuerza... El fracaso de
Bahía de Cochinos incitará a los soviéticos a hacer algo que en otras
circunstancias no harían." (Michael Beschloss, The Crisis Years,
144-145).
Palabras premonitorias. A los pocos meses de Bahía de Cochinos,
envalentonado por la falta de liderazgo de los Estados Unidos,
Khrushchev apabulló a Kennedy en la conferencia de Viena, erigió el Muro
de Berlín, provocó la Crisis de los Cohetes, y convirtió a la Cuba
cautiva de Castro en una base intocable para subvertir a tres
continentes. Sí, trágico fue el desenlace de Bahía de Cochinos. Pero
esta operación no debe ser vista únicamente como una derrota para la
democracia. El ejemplo de los que allí murieron por la justicia y la
verdad es semilla de nobleza que engendrará la libertad.
=