Con la llegada del lunes, mermó el desenfreno por las compras que el fin de semana se apoderó de los venezolanos, apurados por llenar la despensa de víveres y la casa de electrodomésticos antes de que se disparen los precios por la entrada en vigor del nuevo tipo de cambio dual decretado el viernes por el Gobierno, que devaluó el 50% el bolívar. Desde ayer, el valor oficial del dólar dejó de ser de 2,15 bolívares fuertes y pasó a ser de 4,30 (de 2,60 para importar algunos productos esenciales).
En el mercado paralelo, el dólar llegó a cotizar ayer a 6,5 bolívares. La moneda nacional ha perdido en torno al 90% de su valor desde que Hugo Chávez llegó al poder, hace 11 años, pese a que en ese plazo el precio del petróleo, la principal fuente de divisas, se ha multiplicado por ocho.
El lugar de los compradores compulsivos en las tiendas fue ocupado ayer discretamente por los fiscales del Instituto Venezolano para la Defensa de las Personas en el Acceso a los Bienes y Servicios, el Indepabis. El domingo, Chávez les ordenó que salieran a la calle junto al "pueblo" y a la Guardia Nacional para "luchar contra la especulación". Las rejas de un hipermercado de la cadena colombiana Éxito, en el petrolero Estado Zulia, fueron las primeras que cerraron por sospechas de remarcaje de precios.
La promesa de Chávez es que con la devaluación -oficialmente "ajuste cambiario"-el dólar será lo único que subirá de precio, pese a que Venezuela importa cerca del 80% de los productos que consume. El Ministerio de Finanzas insiste en que no tendrá impacto sobre la inflación, la más alta de Latinoamérica (el 30,9% en 2008 y el 25,1% en 2009) porque habrá suficientes dólares a 2,60 para importar alimentos y bebidas no alcohólicas. Subir el precio de la gasolina ni se plantea, pese a que con la devaluación el litro pasa a costar al tipo oficial el equivalente a poco más de un céntimo de euro, muy por debajo del coste.
Los partidos de oposición insisten en comparar la recesión actual con la crisis económica que estalló en Venezuela el Viernes Negro del 13 de febrero de 1983. Ese día, el Gobierno del socialcristiano Luis Herrera Campins decretó una devaluación del bolívar del 28%. Desde entonces, ésa es la fecha simbólica que divide la historia local en dos tiempos: los años de bonanza petrolera y despilfarro, y las consecuentes décadas de vacas flacas y pobreza. Al 8 de enero de 2010 de Chávez le llaman por eso el "viernes rojo". Entre una y otra fecha, el bolívar ha perdido el 99,9% de su valor.