El pasado 15 de diciembre, cayendo la tarde, la escuela secundaria
básica “José Martí”,
sita en San Lázaro y Belascoaín, en pleno municipio
Centro Habana, fue
escenario de un singular minidrama: una reunión convocada por la
dirección del plantel para imponer a
los padres de una sorprendente información: debían desestimular a
sus hijos a continuar estudios. Parecería un disparatado infundio de esta
blogger que en una escuela se incite a no estudiar si se tratase de un
hecho aislado, pero resulta –ni más ni menos- una “orientación superior”;
de esas que, sin previo aviso, cual si se tratase de los mismísimos rayos
de Zeus desde el Olimpo, caen sobre los simples mortales sin que éstos
puedan hacer nada para evitarlos o para superar sus efectos. Poco a poco
ha trascendido en el cotilleo popular que la misma convocatoria e
idénticas “orientaciones” han recibido todos los padres de estudiantes de
enseñanza secundaria, que con un lenguaje más moderado en algunos casos,
quizás en aras de una recomendable prudencia, han sido informados de lo
mismo.
“No es el momento de soñar, ni se puede pensar en estudiar” -dice Rolando
Edgar, director de la citada secundaria “José Martí”- “Raúl (Castro) y el
país necesitan constructores y trabajadores agrícolas, torneros,
soldadores, gente de oficios. Hay que aterrizar, hay que bajar de
las nubes y poner los pies en la tierra”. Así pues, los padres
deben darse a la tarea de desmentirse a sí mismos: si hasta ahora han
estimulado a sus hijos para que se esfuercen en los estudios, para que se
especialicen y cursen
carreras universitarias porque era lo más adecuado, este es el
momento de demostrarles lo contrario: lo mejor es no estudiar. Todo un
ejercicio de jesuitas. Según cifras difundidas, solo entre un 30 ó un 40%
de los estudiantes de secundaria pasarán a ser matrícula de los
preuniversitarios, para después aspirar a las opciones de estudios
superiores que les ofrezca la dirección de la revolución. Talento,
inteligencia y vocación son rezagos burgueses que urge desterrar de
nuestras conciencias,… y solo de las nuestras, que “los hijos de papá”
siempre son otra cosa.
No es que los padres hayan callado su inconformidad, solo que las
respuestas del inefable Rolando Edgar fueron casi más pasmosas que las
propias disposiciones que informó. Ante la protesta de un padre que
comentó la posibilidad de un aumento de la corrupción toda vez que habría
quienes podrían comprar las plazas de preuniversitario para sus hijos, el
director de la escuela respondió tranquilamente que “el que tenga 100
dólares para resolver no tiene que asistir a la reunión de padres”. El
auditorio quedó perplejo.
Y en medio de todo, como un verdadero monumento al absurdo, se mantienen
los programas de “Municipalización Universitaria”, en virtud de los cuales
cualquier analfabeto funcional obtiene un título de graduado en estudios
superiores; se siguen transmitiendo por TV los programas de “Universidad
para todos”, que casi nadie ve; existe la “Universidad del Adulto Mayor”
para demostrar la preocupación oficial por los más decrépitos y se exige
un título de bachiller tanto para vender aspirinas en una farmacia como
para acceder a una plaza de dependiente de una tienda recaudadora de
divisas…
Una célebre y antigua frase del ex presidente, el Invicto
Comandante, decía literalmente que “el futuro de Cuba sería el de
un país de hombres de ciencias”. ¡Pensar que hubo quienes lo creyeron! …
Al menos hasta ahora.
Ilustración: Fotografía de Orlando Luis