El agitanado español de Cuba
Sergio Valdés Bernal (Cubarte)
Los estudios
históricos y lingüísticos demuestran que los gitanos representan una
antigua comunidad étnica que habitaba las regiones de la India
occidental desde tiempos muy remotos, o sea, se habían asentado en
esta zona mucho antes de la llegada de las tribus indoeuropeas. Se
considera a los domos y chandales, grupos nómadas y seminómadas de
la población autóctona de la India central y sur occidental, como
los predecesores de los gitanos que, posteriormente, fueron
indoeuropeizados. Vea
aquí
la etimología de 'gitano'.
Se considera que el éxodo de los gitanos hacia Europa y Asia debió
comenzar en la época de las invasiones de la India por las huestes
de Alejandro el Magno (356- 232 a .n.e.), rey de Macedonia, puesto
que en la lengua de los gitanos existen muchísimos vocablos de
origen griego y, además, todos los gitanos que viven en Asia y
Europa cuentan aún en griego, ya vivan en los países árabes, en
Europa oriental o en Inglaterra y España. Por tanto, el influjo del
griego en el nivel léxico de la lengua de los gitanos se debe a la
época de la conquista de la India por los macedonios, y no a un
influjo posterior. Por otra parte, desde la India los gitanos
emigraron hacia el Asia meridional y, fundamentalmente, hacia Europa
hace unos mil años, ya que en su lengua no se registran los cambios
que posteriormente ocurrieron en las restantes lenguas de la India
central y sudoccidental.
Tras la salida de los gitanos de su región etnohistórica, su
organización social sufrió grandes cambios, pues desaparecieron las
diversas castas, aunque en algunos casos se preserva algo de ellas.
Además, la fusión de las diversas tribus durante el éxodo propició
el uso de la autodenominación de romo o romaní, como ellos mismos se
llaman. La palabra romo equivale a “ser humano”, mientras que llaman
guesho, “gentil”, a los no gitanos; la mujer es llamada romni. Otro
nombre colectivo utilizado por ellos para identificarse es caló
(negro), y llaman parno (blanco) a losno gitanos. Asimismo, pueden
llamarse mamish (personas), e identifican como gadsio (extranjero) a
los no gitanos. Por último, existe el vocativo sinte (compañero),
utilizada únicamente en conversaciones o debates públicos.
Desde la India, los gitanos avanzaron hacia el Cercano Oriente, a
través de Mesopotamia, desde donde continuaron su peregrinaje hasta
el Asia Menor y los Balcanes entre los siglos XII y XIV. En Europa
penetraron por dos vías. Una la propiciaron los ejércitos árabe-bereberes
que desembarcaron en el sur de España, tras haber recorrido el norte
africano desde Egipto. La otra vía fue abierta por los ejércitos
mongoles y turcos que atacaron Hungría y Bohemia a partir del siglo
XIII. El primer documento que hace constar la presencia de gitanos
en Europa, data del año 1100, y fue escrito por un monje del
monasterio de Atos, en Bizancio. En 1417 ya era usual ver sus
campamentos en las inmediaciones del Mar del Norte, Hungría y
Moravia, y al año siguiente habían incursionado en Suiza y en el
país de los grisones. En 1419 se presentaron en Augsburgo, Alemania,
y también está documentado que el 18 de julio de 1422 apareció un
grupo de gitanos en la ciudad de Bolonia, Italia. Históricamente
también está documentada su presencia en París, a partir del 17 de
agosto de 1427; mientas que en 1433 penetraron en Baviera y se
extendieron por toda Alemania, remontándose hasta Dinamarca y
Suecia. Ya a mediados del siglo XV se reporta la presencia de
gitanos en España e Inglaterra.
De los países europeos, la tierra española fue una de las que mejor
se ajustó a los intereses de los gitanos, al igual que Hungría,
Rumania y Bohemia. Originalmente, los gitanos fueron tolerados por
los europeos, pero después fueron perseguidos bajo la acusación de
paganos, ladrones y hasta de herejes. A finales del siglo XVIII, los
gitanos nómadas comenzaron a diferenciarse en nómadas, seminómadas y
asentados. Los nómadas preservaron su estructura social tradicional
y la antigua forma de subsistencia; los seminómadas y los asentados
en parte se adaptaron a la cultura y religiones de los países que
habitan. Durante la Segunda Guerra Mundial fueron víctimas del
genocidio nacionalsocialista. En la actualidad se calcula que
existen aproximadamente 2 millones o más de gitanos, de los cuales
el 12,7% radica en Bulgaria, un 10% en la porción occidental de la
Federación Rusa y un 7, 9% en la República Checa y Eslovaquia. En
realidad, los gitanos viven en todos los países de Europa, Asia
(fundamentalmente en la India ), África (predominan en Marruecos),
América (numerosos en Brasil) y Australia. En líneas generales, en
Europa el romaní cuenta con no menos de 14 variantes regionales muy
diferentes entre sí debido al influjo de las diversas lenguas
imperantes en la región. Así, pues, tenemos las modalidades
greco-turca, rumana, húngara, eslavona, polaco-lituana, rusa, finesa,
alemana, escandinava, italiana, vasca, española, anglo-escocesa y
galesa. Las variantes más afectadas son la española, inglesa y
escocesa; las más pura son la greco-turca y la húngara. Los usuarios
de estas modalidades regionales encuentran dificultades para
comunicarse entre sí no solo debido a la diversidad del léxico de
cada uno de estos dialectos, sino a sus diferentes estructuras
gramaticales que poseen debido al contacto con las lenguas europeas
locales.
En cuanto a la lengua de los gitanos españoles, esta es conocida por
caló, zincaló o romanó . Utiliza el mismo alfabeto, ortografía y
demás estructuras gramaticales del castellano. Sin embargo, existen
marcadas diferencias en los artículos (or, o masc sing,
os, ler masc. plu. ; a fem. sing., as, ar fem. plur.); en
caló no existe el artículo neutro del español lo , que es sustituido
por el masculino (o baró, lo grande, or amaró, lo
nuestro); en caló no hay adjetivos comparativos, superlativos ni
aumentativos, por lo que los comparativos se forman con el adverbio
bus o buter ( lachó, bueno > bus lachó,
mejor; chorrí, malo > buter o bus chorrí ,
peor) y los superlativos con el adverbio but (muy) antes del
adjetivo o el adverbio baritú (mucho) tras este ( but
lachó o lachó baritú, buenísimo); los numerales (
yeque –uno-, dui -dos-, yesdeque –once-,
duideque –doce-, entre otros), y los ordinales (brotobo
–primero-, chúsquero –segundo-, etc.), así como el pronombre
en calo (menda, man –yo-, tcue, tute, tue –tú-,
amangue o mu –nosotros–, sangue – ustedes-, etc.) han
mantenido su forma original indostana. Sin embargo, al igual que en
español, los sustantivos forman el plural con –s ( dai, madre
> dais, madres; nao, hombres > naos, hombres);
los plurales de los adjetivos terminan exactamente como los de los
sustantivos. Por otra parte, el verbo se conjuga por completo según
la forma castellana en todos los modos, tiempos, números y personas,
aunque solamente ha adoptado la primera conjugación: -ar. A modo de
ejemplo, reproducimos las siguientes oraciones en caló: ¿Chamuya
ostré or caló? (¿Habla usted el caló?); Manque pesgibaría
trjequenarlo e chamuyarlo mistó (Me gustaría aprenderlo y
hablarlo bien).
Por último, es menester recordar que el caló preserva un rico fondo
léxico de origen indostano, el que se ha enriquecido en España con
numerosos vocablos procedentes del castellano, así como de otras
lenguas con las que los gitanos entraron en contacto en su largo
peregrinaje hasta asentarse en la Península Ibérica. Por eso, en el
gitano de España hallaremos voces como pusca (pistola,
rifle), garlo (cuello) y kralis (rey), procedentes de
lenguas eslavas; drom (camino), del griego; papira
(carta) , de latín; sage (astuto), del francés; picol
(pequeño), del italiano , entre muchos otros ejemplos.
Si el castellano ha influido considerablemente en la evolución del
chips calli , como también es denominada la lengua de los gitanos en
España, el zincalé, romanó o caló ha dejado su huella en el español
peninsular, del que pasaron al español hablado en Cuba no pocos
vocablos. Deseamos dejar bien aclarado que el caló no es un lenguaje
utilizado únicamente por el bajo mundo español, que no se trata de
la germanía 1 o de una jerga
delincuencial de la cual han pasado al español no pocas voces. F. de
Sales (1869: 77) destaca que “Las voces de germanía nunca fueron
gitanas; antes por el contrario, las pocas que lo son las tomaron
del caló los rufianes de la época de Quevedo, en aquellos tiempos en
que la raza perseguida de los gitanos ocuparon con tanta frecuencia
los mismos calabozos que la gente rufianesca de sangre blanca”. Por
otra parte, J. Tineo (1900: 26) explica que “…como el valenciano y
el catalán se derivan de la madre lengua española, y, a su vez, de
la griega y latina, así se deriva él [el caló] de los dieciocho
dialectos índicos, que reconocen su origen lingüístico en el
Sánscrito y en el Zend”. Dada la importancia filológica de la lengua
gitana –una de las más antiguas de la humanidad, anterior a la
griega y latina, emparentada con el sánscrito- y a una posición
social que la lengua gitana llegó a tener, no es extraño que a su
estudio hayan dedicado tiempo hombres ilustres, y hasta que haya
llegado a las cumbres de la literatura, como ocurrió en Francia en
el siglo XIX.
Como correctamente señala O. Morales (1929: 36), la presencia de
numerosos gitanismos en el español de Cuba no puede atribuirse a la
inmigración de gitanos, ya que fueron escasísimos los inmigrantes de
esa procedencia que arribaron a nuestro país. En la mayoría de los
casos, su estadía en Cuba era breve y tan inusual, que llamaba la
atención y era objeto de interés por la prensa. F. Martínez (1975:
114-116) nos explica que “El gitano ha sido ave de paso,
circunstancial y mínimo, por las tierras cubanas. No puede decirse
que lo fuera en abundancia en algunas tierras de Latinoamérica.
Parece ser que donde más áncora y raíz ha logrado echar es en
Brasil”. Nuestras pesquisas en la prensa plana y en los estudios
demográficos y de carácter sociohistórico y económico, no demuestran
lo contrario, sino más bien apoyan la realidad de que los sumamente
escasos gitanos que llegaron a asentarse en Cuba, eran, en su casi
totalidad, de origen extrapeninsular. Por tanto, no cabe la menor
duda de que la procedencia de voces gitanas en el español de Cuba se
debe únicamente a la inmigración española. Y esto no debe
extrañarnos, pues C. Claverías (1951: 49) destaca que “El lenguaje
coloquial de los españoles todos, desde las conversaciones más
anodinas, hasta las que recogen las formas más nobles de la
literatura, pueden ofrecer huellas del influjo gitano sobre el
vocabulario español”. Pero, además, la España meridional,
principalmente las tierras andaluzas, fue la zona de mayor
asentamiento y arraigo de los gitanos, y precisamente allí fue donde
el gusto por lo gitano propició la asimilación de numerosas voces
del caló. Y como desde la Andalucía occidental se organizaron todas
las empresas de conquista de Canarias y de gran parte de las de
América, no es de extrañar que andaluces y canarios esparcieran por
el Nuevo Mundo los gitanismos.
El español hablado en Cuba, como es de esperar, no pudo escapar a
este influjo “agitanador”, por lo que en el habla coloquial popular
–y más en la vulgar y la delincuencial- de nuestro país son
numerosos los gitanismos. Como ejemplo de ello, a continuación
relacionamos los siguientes: acurdar (emborrachar),
achuntar (avasallar), acharés (celos), andoba
(fulano), baré o barín (bueno), belén (amor),
berri o berro (cólera, disgusto), birlar
(robar), bisnar (vender), bureo (paseo,
entretenimiento o diversión), chori (ladrón), de butén
(de maravilla, de primera), caló (por extensión, se aplicó
este nombre a cualquier jerga, como se evidencia en el artículo de
Felipe Pichardo Moya, “Sobre el caló estudiantil”, publicado en
1914, en el cual no aparece ni una sola palabra de origen gitano),
camelar (engañar), chalao (loco), chaladura
(locura), chamullar (hablar, conversar), chamullo
(conversación), changüi (broma, engaño), chapatalear
(nadar), chiva (soplón, delator), chola (cabeza),
chota (soplón), chunga (broma), chusma
(muchedumbre vulgar, hoy se utiliza como calificativo peyorativo
aplicado a las personas sin educación y sumamente bulliciosas),
coba (halago, adulación), cumbila (compañero, amigo),
cuna (gente de barrio, gentuza), curda (embriaguez,
borrachera), espichar (morir), furnia (cueva),
garito (casa de juego), guillarse (hacerse pasar por algo
distinto de lo que se es, hacerse el tonto), jamar (comer),
jarana (broma), jeta (cara), jindama (miedo,
cobardía), jiña (excremento), jiñar (defecar),
jiribilla (salero, gracia; actualmente la utilizamos en la
expresión Ser una jiribilla, aplicada a las personas
inquietas, principalmente niños < se deriva de jiribí,
astucia, sagacidad), mangar (engañar), maguindó
(holgazán), mangue (equivale al pronombre personal me, mi ),
menda (yo), pargo (homosexual), pirabear
(fornicar), pirar (marcharse, irse), postín (rango,
importancia), prajo (cigarro), puro,ra (padre, madre),
sandunga (donaire, garbo), sornar (dormir).
En fin, como hemos podido observar, en Cuba se preserva toda una
serie de gitanismos de uso cotidiano en el habla coloquial no culta,
aunque algunas voces, como garito y furnia, se han
asentado en el habla culta de todos los hablantes de la lengua
española a ambos lados del Atlántico.