Radiografía del Desenlace
por: Alberto Luzárraga
En reciente artículo en La Nueva Cuba, Eugenio Yáñez hace un copioso y útil análisis de como se reparte el pastel del poder en Cuba, entre los mandos subordinados a Castro, y especula sobre el futuro. Un elemento muy importante a considerar es la modificación a la ley militar que niega el principio de la obediencia debida al superior si da órdenes contrarias a la revolución. Léase, a la cúpula que detente el poder. Queda muy claro que hay recelos y que esta invitación a la insubordinación expresada en la frase, “la posibilidad de impugnar las decisiones de los jefes que contravengan las leyes,”queda codificada en la ley militar. Los castristas han estudiado los procesos de otros países y quieren 'ponerle la tapa al pomo.'
Empeño inútil. Los procesos disolutivos tras la desaparición de un tirano son biológicos e inexorables. La desconfianza entre grupos sembrada sistemáticamente para conservar el poder es instrumento constante usado por los déspotas. Se trata de una constante histórica que no cambia. Solo cambia el virtuosismo del déspota en aplicar dicho resorte. Castro ha sido un virtuoso en manejarlo. Y naturalmente los odios y celos estimulados entre las diversas facciones son de carácter exponencial en Cuba.
Es común observar, que desaparecido el déspota dichos odios crecen rápidamente y se desarrollan con toda potencia y freno mal aplicado. ¿Por qué mal aplicado? Porque nadie inteligente quiere aplicar el freno a fondo e irreflexivamente ya que nadie sabe cual va a ser el desenlace y quien quedará triunfante. Apuntarse a una facción demasiado pronto es peligroso. Queda entonces el freno aplicado por los mas fanáticos e irreflexivos usando a los menos inteligentes. Es un freno usualmente brutal que acaba generando más oposición y odios más profundos.
En Cuba el asunto está agravado por el hecho de que la mentalidad militarista siempre subordinó al partido que era un instrumento del poder militar y no lo contrario como en todos los regímenes comunistas donde el partido era supremo, y los militares ponían la fuerza y los muertos en combate, mientras el partido ascendía, degradaba, procesaba, condenaba, y fusilaba. En Cuba el partido era Castro y punto.
Ahora Raúl Castro quiere virar las cosas y potenciar el partido. Como decía la canción: 'tarde has llegado marqués que mi hijo se me ha muerto.' Y ese hijo, es el partido poblado por carcamales anquilosados y jovencitos aprovechados. Podrán anunciar lo que les parezca, publicar nuevas leyes, castigar a funcionarios venales, pero el animal está herido de muerte.
Castro ha sido tan egoísta que no ha permitido que nadie que sirva para algo que no sea guataquearlo sistemáticamente se desarrolle. Su egoísmo ilimitado nos va a dar un resultado útil dentro de tanto horror : garantizará una lucha interna feroz que terminará en desastre y en el colapso del sistema. La revolución castrista tuvo su antecedente en la tradición de grupos revolucionarios que luchaban entre sí. Algunos eran de factura gangsteril disfrazada de otra cosa. Es una ironía pero esa mentalidad subsumida profundamente en la psique de Castro va a ser trasladada a la 'sucesión.' La penitencia va en el pecado.
No hay que romperse la cabeza especulando demasiado sobre los detalles del proceso. Como hecho de biología social, es mejor observarlo, poner coto a las maniobras que intenten para ganar aceptación en este país, e ir pensando en cosas prácticas a fin de ayudar al gobierno libertario que surja. Las ideas claras sobre como actuar son muy valiosas en momentos de confusión y crisis. Esa es la contribución mayor que puede hacer el exilio, aparte de apoyar a la sufrida y valiente oposición interna..