Discurso de la Rev.ma Madre M. Tekla FamigliettiI, Abadesa
General O.SS.S. en
la inauguración de la Casa
Brigidina en Cuba.
Querido Comandante Fidel Castro,
Eminentísimos Señores Cardenales,
Excelencias Reverendísimas,
Señores Embajadores,
Honorable Baccini, Representante
del Gobierno italiano y mi amigo personal,
Muy estimados Amigos de Cuba,
Queridísimos Sacerdotes,
Queridísimos Representantes de las diferentes Iglesias,
Apreciables Amigos y fieles provenientes también de México,
de Italia y del
resto de Europa,
A todos ustedes doy personalmente mi más caluroso y
afectuoso saludo de la
Orden del Santísimo Salvador de Santa Brígida.
"Este es el día en que actúo el Señor: Sea Él nuestra
alegría y nuestro gozo".
No sabría encontrar mejor alabanza al Señor, para este
solemne y gozoso día,
que las mismas palabras de
la Biblia y precisamente de este canto del Antiguo
Testamento. Sí,
porque cuando el Señor quiere una cosa da también la
posibilidad y los
instrumentos necesarios para realizarla y él revela sus
proyectos de la
manera y en los tiempos más inesperados.
En efecto, en el mes de diciembre del 2000, me encontraba en
México y, después
de la Santa Misa celebrada
por Su Excelencia el Arzobispo Morales, en la
Capilla de nuestro Convento, durante el desayuno
conversábamos cordialmente
con
el Arzobispo y el Señor La
Guardia, del Comandante Fidel Castro, que propio en
aquellos días se encontraba en
México para la toma de posesión del Presidente
Fox. En aquella
circunstancia expresé el deseo de ir a Cuba.
Fue entonces, cuando el señor La Guardia y el Arzobispo
Morales presentaron mi
anhelo al Comandante Fidel
Castro, el cual expresó inmediatamente su parecer
favorable,
escribiendo una histórica y bellísima carta al Santo Padre Juan
Pablo II. En aquella memorable carta, el Comandante
manifestaba al Santo Padre
su beneplácito para acoger
en Cuba a la Orden de las Hermanas Brigidinas,
guiada por la aquí presente
Abadesa General, para que fundara una Comunidad
Religiosa:
"Para realizar su labor, como también lo desempeñan otras 52
Congregaciones religiosas Católicas".
Cuando el Santo Padre me comunicó esta invitación me exhortó
rápidamente a que
aceptara, en señal de obediencia
a las leyes de la Iglesia, he trabajado para
recibir el permiso canónico de
parte del Arzobispo de La Habana, Su Eminencia
el Cardenal Ortega y Alamino. Y así después de tanta oración e inmensa
confianza en la
Divina Providencia, hemos encontrado y recorrido el camino que
nos ha conducido hoy a
estar gozosamente aquí en Cuba.
Me es importante subrayar que sin la ayuda y la generosidad
del Comandante
Fidel Castro hoy no estaríamos aquí para inaugurar esta Casa nuestra.
De hecho,cuando me di cuenta de la
dificultad de encontrar un lugar en La Habana para
traer una Comunidad Brigidina, hice la humilde petición al Comandante. Y Él
nos
complejo inmobiliario, que ya en
el pasado ha sido utilizado como Convento, y
también un terreno donde poder
construir la Casa para las obras apostólicas de
nuestra Orden y hacer un Centro
de espiritualidad, caridad y promoción
ecuménica, según el
carisma y la tradición de la Orden del Santísimo Salvador
de Santa Brígida y en
pleno acuerdo a nuestras Constituciones religiosas.
Por lo tanto, tengo numerosos y fundados motivos para
expresar mi más
afectuoso
Castro, y a sus Colaboradores por su generosidad y por esta
profunda
clarividencia, gracias a
las cuales nosotros Orden Brigidina estamos hoy aquí
con una Comunidad estable
de ocho Hermanas y en una Casa que tiene dos
Capillas: Una abierta al culto público y la otra en la parte
lateral del
Convento que será destinada para Noviciado. Realmente, estoy segura, de
encontrar pronto
jóvenes muchachas dispuestas a consagrarse al Señor entrando
en nuestro Noviciado.
También el Comandante Fidel Castro en un coloquio
nuestro
000 los Médicos cubanos esparcidos por el mundo para ayudar
a tanta pobre
gente
Cierto que el bien no hace nunca ruido, pero hoy es
necesario alabar al Señor,
por el bien inmenso que él
va sembrando por el mundo a través de los hombres y
las mujeres, y también a
través de nuestra Orden, circundada por un hermoso
collar de colaboradores y de
promotores de bondad y de justicia. Y aquí mi
pensamiento va a
nuestro Superior Supremo, el Santo Padre Juan Pablo II que
deseando la "apertura de Cuba
al mundo y del mundo a Cuba", con alegría ha
querido bendecir
los proyectos de esta Casa. Debo
agradecer también a los
directos y más cercanos
colaboradores del Papa, porque siempre me han
sostenido, animado y
apoyado en todo el iter de los trabajos, ayudándome a
que
se hiciera realidad este
espléndido proyecto.
Doy gracias de corazón al Cardenal Sepe, aquí presente para
representar al
Santo Padre, por el apoyo y la ayuda que me han ofrecido
consolidando este
proyecto. Expreso mi más caluroso agradecimiento al CardenaI Sandoval, al
Arzobispo Morales, a Mons. Luis Barrera, al Consejero
político de Cuba en
México Orlando Silva Fors y al
Señor La Guardia, porque sin la ayuda y sostén
de estos grandes Amigos de
México, no hubiera tenido nunca la posibilidad de
realizar aquello que todos
ustedes hoy pueden ver.
Expreso mi profunda gratitud y agradecimientos a los
valiosos y eficientes
colaboradores del
Presidente Fidel Castro: el Honorable José Arbesú, la
Señora
Caridad Diego, la Señora Rebeca Mujica,
el Señor Carlos Samper, el Señor Pedro
Lobaino y de manera muy
particular al Honorable Eusebio Leal, Historiador y
genio de esta noble nación,
por su alta cultura, la exquisita sensibilidad y
la
profunda competencia. El ha
querido seguir personalmente los trabajos
encontrándose numerosos
y valiosos colaboradores con los cuales, en un solo
año, han logrado restituir
el verdadero rostro artístico a estos dos
complejos,
de los cuales todos pueden
admirar la belleza de los trabajos ejecutados con
magistral
competencia en el estilo y en la cultura que caracterizan al noble
pueblo cubano.
En esta obra he sido ayudada también por el Arquitecto Marco
Silvestri, que me
ha representado aquí en
Cuba cooperando con el Honorable Eusebio Leal en un
clima ideal de fraterna
colaboración.
Mi gratitud va también a S. E. Rev.ma
Mons. Luis Robles Díaz, el cual, en
cuanto Nuncio Apostólico,
representa al Santo Padre aquí en Cuba. Su
Excelencia
el Nuncio siempre nos ha
acogido con grande simpatía y nos ha ayudado a
consolidar esta obra
en memoria de la histórica Visita Apostólica del Papa en
la noble nación de Cuba.
Deseo agradecer también a nuestro Padre espiritual Mons.
Mario Russotto, y con
él a toda la Delegación de
los Amigos italianos y del resto de Europa, venidos
para esta ocasión a Cuba
para unirse a nuestra alegría y para alabar al Señor
por las maravillas que Él
obra en la historia también a través de estas
Hermanas vuestras.
Un particular gracias va a tantos y diversos bienhechores
que nos han
sostenido
y ayudado a realizar esta
obra. Deseo, por lo tanto, agradecer
ante todo a
las
Hermanas de mi Orden porque todas las Comunidades han
competido para sostener
este proyecto. Doy gracias a México por el sostén económico
y moral.
Agradezco al Santo Padre que me ha hecho llegar una
considerable donación.
Expreso viva gratitud a la Conferencia Episcopal Italiana, a
S. Em. el Card.
Sepe Prefecto de la Congregación para la Evangelización de
los Pueblos, a
Suecia, a Holanda y tantos otros numerosos bienhechores.
Pero la cosa más hermosa ha sido constatar el vivo interés
de tantas naciones
del mundo por esta Casa
nuestra aquí en Cuba, nacida y llevada adelante en el
secreto de la Virgen Santísima
a la cual, bajo la advocación de la Virgen de
Guadalupe en México y de la Virgen de la Caridad en Cuba,
había encomendado
este sueño mío. Y la Virgen
Santísima ha iluminado y guiado todos nuestros
pasos para realizar esta obra
en debido reconocimiento al grande Peregrino de
Dios, al Profeta de nuestros días: Nuestro grande Papa Juan
Pablo II. Estoy
feliz de poder inaugurar esta
Casa en el 5º aniversario de su Visita
Apostólica
a Cuba y en el curso del
25 aniversario de pontificado.
Solo en esta óptica se puede comprender la generosa apertura
y la fraterna
ayuda que ha querido darnos
el Comandante Fidel Castro junto con sus
colaboradores. Ellos, en la palabra y en las enseñanzas del
Papa han
encontrado un
significativo signo de esperanza en una alba radiosa y en una
nueva era rica de justicia, a
la cual todos anhelamos.
Mi corazón desea una vez más dar gracias al Comandante Fidel
Castro por todas
las veces que con calor y
cariño ha querido acogerme y recibirme, junto con la
querida Madre Elisa, mi Vicaria
General y a la Delegación de nuestros Amigos
de
laicos. Gracias, Comandante,
por habernos hospedado, y gracias a sus
colaboradores que nos
han abierto el camino, acompañándonos a dondequiera como
hermanos y hermanas.
¡Y aquí estamos ahora!
Jesús ya ha tomado su lugar en el tabernáculo de
nuestra Capilla y después de Él
un grupo de ocho Hermanas entran en Casa de
Santa Brígida, propio en este 2003 en el cual recordamos el
VII Centenario del
nacimiento de Brígida
de Suecia, Patrona de Europa y Profeta de los tiempos
nuevos. El carisma de Santa
Brígida, a través de nosotras sus humildes Hijas,
se hace presente y
operante en diversos contextos de pueblos y naciones dando
testimonio del
primado de Dios, la cooperación y el diálogo ecuménico y la
caridad fraterna en la luz y en
la fuerza de Cristo Jesús Crucificado y
Resucitado.
En mi letanía de agradecimientos, permítanme que como
"Mamá TekIa" diga
gracias
a todo el equipo que ha
trabajado con el Honorable Eusebio Leal, y a todos los
trabajadores que cada
día han dado lo máximo de sus fuerzas sin ahorrarse,
trabajando con
dignidad, diligencia y respeto en estos dos complejos,
conscientes de
realizar una obra para Dios. Queridos Amigos, esta Casa es
vuestra, esta Casa es de todos
los cubanos porque es Casa de Santa Brígida y
de
estoy segura de que Santa
Brígida les concederá todo aquello que sus corazones
desean. De todo Dios los
recompense generosamente por cuanto han hecho.
Y ahora, querido Cardenal Ortega, he aquí que las Hijas de
Santa Brígida y de
la Beata Madre Isabel se
han transformado en una realidad viva y presente en
su
Arquidiócesis. Estoy
segura de que, por su bien notable paternidad, dará su
ayuda y su protección a estas
Hijas venidas a servir a la Iglesia y al pueblo
de Cuba en esta hermosa
Diócesis suya. Además deseo que México y Cuba
continúen
ayudándonos para que
podamos realizar los objetivos prefijados.
Querido Comandante Fidel Castro, esta es también su Casa, en
la cual las Hijas
de Santa Brígida oran por
Usted, por su pueblo y nuestro también, para que
todo
realizarse, con la
intercesión de la Virgen de la Caridad y de Santa Brígida.
Una vez más gracias a todos, venidos de cerca y de lejos,
para estar hoy con
nosotros.
Y a Ustedes, queridas Hijas que se quedan en esta Casa, les
digo: "Sean
Religiosas y Madres para este querido pueblo que desde hoy
es también suyo y
nuestro pueblo. Porque ustedes
deben hacerse cubanas insertándose en el
contexto de esta buena gente,
anunciando y dando testimonio a todos del
Evangelio de la fe, de la esperanza y de la caridad. ¡Que así sea con la ayuda
de Dios!
¡Viva el S. Padre Juan Pablo II! ¡Viva Cuba!
From: <EGSINC@aol.com>